MADRID, 21 May. (EDIZIONES - David Gallardo) -
El britpop dominó la escena británica durante el primer lustro de los noventa, pero una vez pasado el ecuador de la década, su potencia se fue diluyendo paulatinamente al mismo tiempo que Oasis perdía inspiración y Blur comenzaba a investigar territorios sonoros desconocidos. Y entonces Radiohead cambió el rumbo de los acontecimientos.
Se suele aceptar que el tercer disco es crucial para una banda, por aquello de que necesariamente tiene que servir para demostrar si hay chicha o todo lo anterior fue solo chiripa. Y ahí afloró a lo grande todo el músculo de Radiohead tras el inesperado éxito del single Creep en 1993 y la consolidación con el segundo álbum, The Bends (1995).
Haciendo gala de su proverbial inconformismo, Thom Yorke (voz, guitarras y teclados), Colin Greenwood (bajista), Jonny Greendwood (guitarras, teclados), Ed O'Brien (guitarras) y Philip Selway (batería), bien podrían haber seguido acomodados sobre la estela de éxito generada con The Bends. De hecho, es lo que su discográfica deseaba. Pero no.
Eso no podía ser, sencillamente porque el inconformista nace, no se hace. Es una actitud que no se puede fingir y que aparece, por ejemplo, cuando todo tu entorno te dice que tienes que hacer las cosas de una determinada manera para conseguir un resultado que en realidad es el que quieren los demás. Y hasta eso podríamos llegar con el quinteto inglés.
Ellos mismos se dieron cuenta de la senda que deseaban transitar cuando recibieron una invitación 'urgente' de Brian Eno para participar en The Help Album, un disco benéfico para la organización War Child. Sin demasiado tiempo para dar rodeos, se reunieron y grabaron Lucky con el ingeniero Nigel Godrich, con quien ya habían trabajado previamente.
Era septiembre de 1995 y el grupo empezaba así a construir su nuevo sonido, alejado del poderío de las guitarras expansivas y los estribillos grandilocuentes. Pero todavía tendría que pasar algún tiempo hasta que OK Computer comenzara a coger forma, pues oficialmente las sesiones no arrancarían hasta julio de 1996.
El quinteto se encerró en su Canned Applause Studio cerca de Didcot (Oxfordshire, Reino Unido) para ponerse manos a la obra. De manera errática pues al ejercer ellos mismos como productores, les faltaba el necesario sentido del orden. Por suerte, allí estaba Godrich para coproducir con ellos y, de paso, convertirse en el 'sexto Radiohead'.
TELONEROS DE ALANIS MORISSETTE
Las primeras canciones en surgir fueron Electioneering (con cierto toque a britpop guitarrero clásico en plan Oasis, sorprendentemente), No surprises, Subterranean homesick alien y The tourist. Los tiempos se alargaban, el trabajo se embarullaba y a petición de la discográfica, la banda terminó teloneando a una Alanis Morissette en la cima de su éxito.
Pero de nuevo un encargo iba a ponerles en el camino correcto. En esta ocasión fue el cineasta Baz Luhrmann quien les pidió una canción para su película Romeo + Juliet, dándoles los últimos treinta minutos de metraje para que se inspiraran. De ahí salió Exit music (for a film), que aparece en los créditos finales de la cinta.
Espoleados por esta composición que encantó a Thom Yorke (y sin duda al joven Matthew Bellamy de Muse, pues aquí se encuentra el origen de buena parte de su sonido), retomaron las sesiones de grabación en St Catherine's Court, una histórica mansión en Somerset que les abrió un mundo de posibilidades tanto de horarios como de efectos de sonido.
Casi la totalidad de las canciones se grabaron en vivo en la mansión, si bien hicieron aún falta más sesiones en Canned Applause en octubre de 1996. En enero de 1997 se añadieron arreglos de cuerda en Abbey Road y el álbum quedó masterizado allí mismo. A pesar de no haber tenido plazos de entrega, el quinteto cumplió razonablemente con un sello que, todo sea dicho, no estaba del todo feliz al no sentir la comercialidad ansiada en las composiciones.
4,5 MILLONES DE COPIAS
Esto llevó a que las estimaciones de ventas estuvieran inicialmente muy por debajo de los 4,5 millones de copias que se terminaron despachando. Claro que tampoco cuesta demasiado imaginar los temores de los ejecutivos ante un disco inspirado, según el propio Thom Yorke, por la densidad del Bitches Brew de Miles Davis, el krautrock de los alemanes Can, Elvis Costello y las bandas sonoras de Ennio Morricone. Muy digerible no suena a priori.
La banda incorporó a su arsenal instrumentos como el piano eléctrico, el mellotrón, el cello y otros de cuerdas, el glockenspiel y efectos electrónicos. Trataron de acercarse a la electrónica usando ordenadores para conseguir variopintos efectos y crear una atmósfera general de opresión y pesadumbre.
Una explosión de melancolía generalizada con letras que describen la insatisfacción con la sociedad contemporánea y el orden político, la tecnología, la locura, la muerte, la vida moderna, la globalización y la objeción política al capitalismo, entre otros muchos. Reflexiones sobre la alienación del ser humano ante el cambio hacia un nuevo siglo en el que las máquinas terminarán por controlarnos.
El sello del grupo, Parlophone, entre timorato y decepcionado, publicó el disco primero el 21 de mayo de 1997 en Japón. Hubo que esperar hasta el 16 de junio para que estuviera disponible en el Reino Unido y un día más para que llegara a las tiendas canadienses. En Estados Unidos desembarcó el 1 de julio. Un escalonamiento impensable a día de hoy.
Y todo explotó. La discográfica no dio crédito cuando el primer single, Paranoid android, llegó al número 3 de singles en el Reino Unido. De su mano, el álbum debutó en el número uno en las listas de éxitos británicas, donde permaneció durante dos semanas. OK Computer se quedó en el top 10 durante semanas, y se convirtió en el octavo álbum más vendido del año en el país.
Fueron lanzados dos sencillos más, Karma Police y No Surprises (en la que el grupo quiso abrazar el sonido de Marvin Gaye). Ambos alcanzaron el top 10 en las listas de sencillos del Reino Unido, y Karma Police llegó al número 14 de la lista Modern Rock Tracks de Billboard. Por último, Let down, preciosa balada creciente que casi fue el primer single, logró el número 29 en el Modern Rock Tracks.
ENTERRANDO AL BRITPOP
Cuanto más éxito cosechaba OK Computer más se profundo se enterraba al britpop. Cambiaba la dirección del viento y Radiohead se convertían en pioneros y líderes de la siguiente generación de bandas, con nombres ahora tan ilustres como Muse y Coldplay a la cabeza. Precisamente ese éxito propició que la banda siguiera explorando en sus ulteriores obras, pero no por agradecimiento u orgullo, sino para alejarse de todo lo que ellos mismos habían generado.
Porque Radiohead no quieren ser como nosotros. Y no lo son. Porque todo lo que vemos ahora en este mundo virtual gobernado por la tecnología, ya lo vislumbraron ellos con descorazonadora melancolía hace veinte años. Como si supieran en lo que nos íbamos a convertir inevitablemente y solo pudieran avisarnos a través de sus canciones.
Pero precisamente de esa incapacidad para detener nuestro devenir surge la languidez que asaltó las emisoras de radio y las listas de éxito. Como ya sucediera con su single Creep en 1993, sin quererlo, el éxito otra vez les acorralaba, básicamente porque el ser humano es más indescifrable que cualquier computadora. Por avanzada que sea.