MADRID, 22 May. (CulturaOcio - Miguel Ángel Pizarro) -
Ha vuelto a los cines 'El viaje de Chihiro', la obra maestra de Hayao Miyazaki, para celebrar su 20 aniversario desde su estreno en su país natal, puesto que en Japón llegó a salas el 20 de julio de 2001. Único filme de animación en alzarse con el Oso de Oro del Festival de Berlín y única producción de origen nipón en obtener el Oscar a la mejor película de animación, dos decenios después su importancia y su legado continúan siendo fundamentales no solo para Studio Ghibli, sino para la industria de la animación en general.
Considerada una de las mejores películas de la historia de la animación por la revista Time Out, la importancia de 'El viaje de Chihiro' trasciende a su éxito en taquilla (primer largometraje extranjero en recaudar más de 200 millones de dólares en todo el mundo antes de su desembarco en Estados Unidos) y de crítica, pues para la factoría comenzó a ser importante cuando comenzó su producción.
Hay un factor esencial en el rodaje de 'El viaje de Chihiro' y es que comenzó tres años después del estreno de la que era la obra cumbre de Miyazaki, 'La princesa Mononoke', con la que había anunciado, por primera vez, sus intenciones de retirarse. La gesta del Japón feudal había dejado exhausto al cineasta, a ello se le añadió la prematura muerte del que iba a ser uno de los relevos generacionales de la factoría, Yoshifumi Kond, director de 'Susurros del corazón', el cual murió el 21 de enero de 1998, víctima de un aneurisma.
Esto dejó profundamente afectado y devastado a Miyazaki, quien tuvo intención de retirarse. Sin embargo, ese lapso de tiempo, surgió 'El viaje de Chihiro', fruto de los días de asueto en los que el cineasta aprovechaba para alojarse en una cabaña en la montaña junto con sus familiares y cinco chicas que eran amigas de la familia. Fueron ellas las que le inspiraron en crear un largometraje para chicas de 10 años, un filme alejado de clichés románticos, con una heroína a la que podrían admirar.
Ahí está la importancia inicial de 'El viaje de Chihiro'. Supuso la vuelta al ruedo del aclamado maestro de la animación. Aunque la cinta logró algo que nadie, inicialmente, esperaba, erigirse como la auténtica obra cumbre del cineasta. Cierto es que 'La princesa Mononoke' fue su cinta más osada hasta ese momento, en la que se percibió una apuesta al todo o nada, en la que el cineasta arriesgó como si fuese, realmente, su último proyecto.
20 AÑOS DESPUÉS, SU LEGADO HISTÓRICO SIGUE VIGENTE
Sin embargo, el viaje espiritual de Sen y Chihiro fue el que el título definitivo, aquel que se convirtió en el filme más representativo de la carrera del cineasta. Primero cuantitativamente, pues desbancó a 'La princesa Mononoke' y a 'Titanic' como el filme más taquillero de la historia de Japón (obtuvo 31.680 millones de yenes y 23,5 millones de espectadores), título que mantuvo hasta el pasado 2020, cuando el estreno de 'Guardianes de la noche: Tren infinito' le superó (39.920 millones de yenes y 28,76 millones de espectadores).
Pero luego fue cualitativamente, pues su legado, en términos artísticos, se mantiene intacto a pesar de haber pasado 20 años desde su estreno. Primero porque los siguientes títulos dirigidos por Miyazaki, 'El castillo ambulante', 'Ponyo en el acantilado' y 'El viento se levanta', aunque han tenido también el apoyo mayoritario de la crítica, no han logrado llegar al nivel de reconocimiento que 'El viaje de Chihiro'. Y, luego, su importancia histórica. Aunque 'La princesa Mononoke' sea también una obra magistral, la fuerza y el sentido de solemnidad que tiene 'El viaje de Chihiro' continúa siendo tan excepcional como en 2001.
Prueba de ello fue cómo, 18 años después de su estreno original, su lanzamiento en China la convirtió en el largometraje más taquillero de la cartelera del gigante asiático, superando a blockbusters como 'Toy Story 4'. Más allá de cifras, fue la demostración de que su poder de atracción entre el público sigue vigente.
Y en su legado, también está la mirada estética. En plena época en la que los estudios de Hollywood abrazaban fuertemente la animación CGI, Miyazaki apostó por la confección artesanal, aprovechando elementos del folclore y el misticismo japonés para introducirlo en un mundo fascinante y excepcional, cuya apuesta visual sigue siendo un derroche artístico de elegancia y belleza. 20 años después, la gran obra maestra viene a reivindicar su puesto como uno de los largometrajes más excepcionales de este siglo.