MADRID, 21 Ago. (CulturaOcio) -
Alien: Romulus, cinta dirigida por Fede Álvarez que trae de vuelta a la gran pantalla a la forma de vida más aterradora del universo, ya está en los cines. La novena entrega de la franquicia iniciada en 1979 por Ridley Scott no solo cuenta una nueva historia, sino que además arroja nueva luz sobre los anteriores filmes de la saga, confirmando, por ejemplo, el gran villano de la misma.
((ATENCIÓN: ESTA NOTICIA CONTIENE SPOILERS))
A pesar de lo que pueda parecer, los letales xenomorfos no son la mayor amenaza para la humanidad... O, al menos, no lo son por sí solos. A lo largo de las películas ha habido un antagonista constante, relegado a las sombras por la absorbente presencia de los alienígenas y que, con todo, ha demostrado más de una vez estar moviendo los hilos y ser en última instancia responsable de decenas de muertes inocentes... la compañía.
Ya en Alien, el octavo pasajero, se descubría que la verdadera misión del Nostromo era hacerse con un xenomorfo, independientemente de la seguridad de la tripulación. Así, el androide Ash, cuya única directriz era asegurarse de lograr este objetivo, se desvelaba como un peligro, priorizando la supervivencia del alienígena a la de los humanos de la nave e incluso tratando de matar a la teniente Ripley.
Ambientada entre los eventos de Alien, el octavo pasajero y Aliens: El regreso, el papel de la Weyland-Yutani en Alien: Romulus ofrece nueva luz sobre la compañía, sus intereses y lo que está dispuesta a sacrificar. Y es que la estación abandonada donde tiene lugar la mayor parte de la trama de la cinta de Álvarez era una instalación propiedad de la compañía, destinada a experimentar con xenomorfos, como se revela más tarde, para dar con un compuesto que mejorara la especie humana. No obstante, tal y como comprueban Rain y sus amigos, este proyecto no acabó bien y todos los trabajadores murieron por el mismo ser que investigaban.
Así pues, a estas alturas en la cronología de la saga, la Weyland-Yutani ya debía ser plenamente consciente del peligro que suponen los xenomorfos, algo que contrasta con la actitud despreocupada que exhibe la compañía años después durante los eventos de Aliens: El regreso... Más que introducir un error de continuidad en la saga, lo que parece hacer Alien: Romulus es añadir un matiz más oscuro a la segunda película de la franquicia.
Y es que en la cinta dirigida por James Cameron, la compañía no solo ignora las advertencias de Ripley, llegando incluso a poner en duda la existencia de la criatura, sino que además establece una colonia en el planetoide LV-426, el lugar donde la tripulación del Nostromo encontró al xenomorfo. Después de Alien: Romulus, los actos de la compañía en Aliens: El regreso no parecen ya temerarios y estúpidos sino malvados e incluso calculados. Es decir, la Weyland-Yutani fundó una colonia en un mundo donde sabía que podía haber más criaturas y lo que ello podía significar para las vidas humanas.
Aparte de ese sutil detalle que hace más deleznables los actos de la compañía en la segunda entrega de la franquicia, Alien: Romulus además deja ver la explotación que sufren los habitantes de las colonias, obligados a trabajar durante años en pésimas condiciones, muchas veces muriendo antes de recibir el permiso para viajar a otro planeta. Quizá la Weyland-Yutani no sea una amenaza tan concreta como los xenomorfos pero sin duda es responsable de la mayoría de las muertes que estos han ocasionado y, muy probablemente, de muchas más.