MADRID, 29 Dic. (CulturaOcio) -
Tras el éxito de la primera entrega de Puñales por la espalda, el aclamado director Rian Johnson ha estrenado al fin la segunda película de la franquicia en Netflix. En Puñales por la espalda: El misterio de Glass Onion, el cineasta vuelve a reírse de las clases altas y los millonarios excéntricos. Esta vez, uno de los elementos que utiliza es una lujosa colección de obras de arte... en la que la Mona Lisa juega un papel fundamental.
((ATENCIÓN: ESTA NOTICIA CONTIENE SPOILERS))
En la película de Netflix, el supuesto genio Miles Bron invita al resto de personajes a su isla para pasar el fin de semana. En cuanto les recibe, Bron empieza a alardear de sus increíbles colecciones. Una guitarra de Paul McCartney, un cuadro de Mark Rothko en la pared... y la mismísima Mona Lisa orinal pintada por Leonardo da Vinci.
Bron les explica a todos que, debido a la pandemia del coronavirus, Francia necesitaba dinero y él les ofreció un préstamo a cambio del legendario cuadro de Leonardo da Vinci mientras el Museo del Louvre estaba cerrado. De esta forma, el retrato renacentista se convierte en la muestra definitiva del enorme poder de Bron, del imparable poder del dinero.
Su deseo, tal y como señala en la película escrita y dirigida por Rian Johnson, es ser recordado para siempre en la misma frase que la Mona Lisa. Algo que, para su desgracia conseguirá. Bron tiene el objetivo de sacar al mercado una nueva fuente de energía que debería resolver todos los problemas del mundo en esa materia.
Esta invención, conocida como Klear, no ha sido bien testada y es muy peligrosa, pero en una nueva muestra de la burbuja paralela en la que vive, Bron hace todo lo posible para comercializarla. Sin embargo, lo que debe hacerle pasar a la eternidad como una de las mentes más brillantes de la historia (aunque la idea ni siquiera fuese suya) acaba siendo su absoluta destrucción.
En el clímax de Puñales por la espalda: El misterio de Glass Onion, el Klear hace estallar toda la mansión por los aires. El colofón llega cuando la Mona Lisa arde entre las llamas, desapareciendo para siempre. Y así, el sueño de Bron se cumple, pues su nombre siempre será recordado en la misma frase que el cuadro más famoso del mundo. Concretamente, ha pasado a la historia como el infame responsable de su destrucción.
Rian Johnson utiliza así una obra tan icónica como La Gioconda como símbolo de que para dejar un legado lo importante no es lo que se tiene, sino lo que se hace. Una crítica final a esas clases privilegiadas a las que parodia en su cine.
