MADRID, 31 Oct. (EUROPA PRESS - Israel Arias) -
Tres veces, tres, había intentado la saga 'Terminator' remontar el vuelo desde aquel hito que, para la franquicia y para el género, marcó la secuela dirigida por un James Cameron 'pretitanico' allá por 1991. La primera fue en 2003, justo antes de que su estrella Arnold Schwarzenegger mutara en 'Gobernator', con la descafeinada 'Terminator 3: La rebelión de las máquinas'. La segunda tuvo lugar seis años después, con Christian Bale y Sam Worthington intentando sin éxito llenar el vacío dejado por Schwarzenegger -cuya presencia era meramente testimonial- en la ambiciosa pero fallida 'Terminator Salvation' (2009). El último gran intento hasta la fecha, una reinvención completa y caprichosa del 'timeline' de la saga, tuvo lugar en 2015 con 'Chuache' de vuelta a tiempo completo y con Emilia Clarke, que ya había despuntado como "Khalesi de Todos los Santos" en Juego de tronos, convertida en la nueva Sarah Connor. Su título era 'Terminator Génesis'... y tampoco funcionó.
Arrastrando este nutrido historial de fiascos y revolcones, costaba muy mucho encontrar motivos, no ya para confiar en una nueva entrega de la saga de cyborgs asesinos y viajeros en el tiempo, sino para generar un mínimo interés entre el público. Los fans, que los hay a miles de la franquicia y del género -estos últimos se cuentan por millones-, encontraron algo a lo que agarrarse en el regreso de James Cameron.
El creador de la franquicia y director de las dos primeras y notables entregas, apartado totalmente de las posteriores, volvía ahora como productor ejecutivo para tener la última palabra en las grandes decisiones creativas. Y la primera que tomó fue drástica: ignorar todas las películas de Terminator estrenadas después de su 'Juicio Final' de 1991. Cameron no había venido a reinventar nada, venía a hacer limpieza. Una máxima de la albañinería: antes de reformar, sanear.
La segunda (o tercera o cuarta... ¡qué más dará!) decisión que tomó el amigo James fue otro gran golpe de efecto que ha sido incluso más definitorio en el resultado final de este 'Destino Oscuro': llamar a su ex, Linda Hamilton, y convencerla para abandonar su retiro de Nueva Orleans y a sus adorados perros, y volver a coger la recortada. Treinta años después, el papel seguía siendo suyo. Linda siempre será Sarah Connor y Sarah Connor siempre llevará el rostro de Linda. Aseguran que no fue fácil... pero ella dijo sí.
Con Hamilton y Schwarzenegger a bordo, con Tim Miller a los mandos -director que ya demostró en 'Deadpool' su enorme talento para las secuencias de acción- y con la muy acertada incorporación de Gabriel Luna y Mackenzie Davis, dos activos notables en esas lides, 'Terminator: Destino final' supera sin problemas el muy modesto listón que habían puesto las tres secuelas anteriores. Una digna y conservadora continuación de la franquicia que es también un entretenimiento eficaz y de primer nivel.
El guión, en el que han metido mano desde el propio Cameron hasta David S. Goyer (sí, el de 'El caballero oscuro'. Sí el de 'Batman v Superman') pasando por Billy Ray ('Géminis', 'Capitán Phillips') o el más inédito Justin Rhodes, huye de la tentación de la reinvención, más allá de la empoderadora actualización de su subrayado mensaje político y la resultona vuelta de tuerca que le da al T-800, para refugiarse en los que tradicionalmente han sido los cuatro pilares de esta saga: una trama solvente y que, a pesar de ser muy simple, parece más compleja de lo que es; un puñado de personajes carismáticos entre los que la incombustible Connor destaca sobre el resto; un malo unidimensional pero indestructible; y acción, mucha acción. Toneladas de secuencias de una violencia brutal y salvaje. Como debe ser. Como siempre debió ser, y no siempre fue, en las películas de Terminator y como se han hartado de denunciar Hamilton y Schwarzenegger.
Quizá en un futuro alternativo, y más perfecto, este sólido y disfrutable filme hubiera sido la forma ideal de decir al fin "Sayonara Baby" y despedirse de la emblemática saga con buen sabor de boca. Pero en esta realidad, y con los tiempos que corren en Hollywood, esto tiene toda la pinta de ser otro "Volveré".