MADRID, 23 Ene. (CulturaOcio) - La saga Rocky vuelve a los cines este viernes 25 de enero con el estreno de Creed 2, una secuela de nuevo protagonizada por Michael B. Jordan que, otra vez acompañado de Sylvester Stallone en su rincón, reedita el mítico combate relatado en una de las películas más recordadas de la franquicia, Rocky IV. Y es que en la cinta distribuida por Warner Bros. y dirigida por Steven Caple Jr., que toma el testigo Ryan Coogler al frente de la saga pugilística, el gran rival de Adonis Creed será el hijo de Ivan Drago, el boxeador ruso que mató a su padre en la película de 1985. Un personaje legendario que, como aquel entonces, vuelve a estar interpretado por Dolph Lundgren. En una entrevista concedida a CulturaOcio durante su reciente visita a España, el actor de origen sueco revela que fue Stallone el que primero le tanteó para que más de 30 años después retomara su papel de Ivan Drago. Un personaje que le lanzó a la fama en los ochenta pero que también, reconoce Lundgren, le "encasilló tremendamente". Quizá por eso, confiesa, "al principio no quería hacerlo" y tardó "cinco meses" a decir sí a Creed 2. No lo hizo hasta que leyó el guión y vio cuál había sido la evolución de Ivan Drago y dónde lo situaba la historia tres décadas después de matar a Apollo Creed para luego perder el cinturón, y la gloria, a manos de Rocky Balboa. "No quería que fuera de nuevo el tipo malo sin más, peor incluso que en la primera", dice. "Estoy contento con la evolución de mi personaje y estoy muy contento con el final que la película le da, muy emocional pero con un punto de esperanza. Es como una segunda oportunidad de redimirse, tanto para él como para mí", afirma Lundgren que, en todo caso, asegura que volvería a aceptar el papel, antes y ahora. "Por supuesto, necesito el dinero", dice entre risas para después recordar que el rodaje de aquella película de 1985 que "fue como un cuento de hadas". "Recuerdo el rodaje de aquella secuencia del primer combate en Las Vengas, con las luces, aviones Apollo Creed bajando desde arriba, James Brown tocando... Me sentía como un niño", rememora el actor que a sus 61 años reconoce que la industria del cine se comporta a veces como lo hizo Rusia con Drago, te encumbra rápidamente pero cuando las cosas no van tan bien se olvida y reniega de sus ídolos. "Es todo una cuestión de dinero, si vales o no. Pero lo bueno de esta profesión es que a la larga puedes demostrar cuál es tu verdadero valor... imagino que en Rusia también", concluye.