Final explicado de El señor de los anillos La guerra de los Rohirrim: ¿Quién ocupa el trono de Rohan?
MADRID, 6 (CulturaOcio)
El señor de los anillos: La guerra de los Rohirrim, la nueva película de animación de la franquicia que adapta la obra de J.R.R. Tolkien, ya está en las salas de cine. Kenji Kamiyama dirige esta cinta que relata el destino de la Casa de Helm Mano de Hierro y la guerra que asoló a su pueblo 183 años antes de los eventos narrados en el primer filme de Peter Jackson. El cruento enfrentamiento contra los dunlendinos mermó el linaje de monarcas, pero... ¿Quién ostenta el trono de Rohan tras la guerra?
((ATENCIÓN: ESTA NOTICIA CONTIENE SPOILERS))
El pueblo Rohirrim se encerró en la fortaleza de Cuernavilla tras la inesperada ofensiva sobre Edoras de los huestes de Wulf, el encolerizado hijo de Freca que ansiaba vengar la muerte de su padre acabando con Helm Mano de Hierro y sus herederos. El joven, que reclamaba la corona de Rohan tras haber cercado a sus enemigos, pretendía aislarlos para derrotarlos con ayuda del gélido temporal de los meses venideros.
El Largo Invierno cayó sobre la Tierra Media y fue afectando a los ánimos, estómagos y salud de los Rohirrim, dunlendinos y mercenarios implicados en la por aquel entonces pausada batalla. Con Helm postrado en su lecho, recuperándose de las heridas de guerra y de la pérdida de Haleth y Háma,sus dos hijos varones, Wulf ideó una estrategia para asaltar la fortaleza: construir una gigantesca escala de asedio por las que sus tropas ascendiesen y masacrasen al debilitado pueblo de Rohan.
Sin embargo, el rey dormido finalmente despertó y salió de su lecho a través de un pasadizo oculto, para acabar día a día con sus propias manos con decenas de guerreros dunlendinos, entre los que se comenzó a sembrar el miedo de la inmortalidad e invencibilidad del legendario monarca. Ante este pavor y las constantes quejas de la parte más avariciosa de su ejército, los mercenarios, Wulf les prometió que Cuernavilla encerraba multitud de riquezas y que cuando tomasen la fortificación, todo ese botín sería suyo.
La indómita y valerosa Hèra descubrió el pasadizo por el que Helm salió al exterior y al traspasarlo, se topó con tres abominables orcos que habrían sellado su destino de no haber sido por su padre, que los derrotó en un brutal combate. No obstante, en el regreso de ambos a Cuernavilla, el monarca se quedó defendiendo las puertas de la fortaleza, acabando con numerosas tropas dunlendinas mientras el temporal se cernía sobre él.
A REY MUERTO, REY PUESTO
Congelado por la tormenta de nieve, el rey pereció, dejando en la memoria de sus enemigos el recuerdo de sus sanguinarios golpes. Hèra, ahora líder del pueblo de Rohan, acudió a lo alto de las montañas en busca de la ayuda de una de las legendarias águilas. Ave y guerrera recogieron juntas el casco y la armadura de Helm y surcaron los cielos de la Tierra Media hasta dar con Fréaláf, sobrino del monarca al quien había expulsado de la batalla por avisar del potencial del ejército dunlendino.
Tras la caída del rey y el amaine del temporal, los rohirrim trataron de escapar de la sitiada fortaleza por el pasadizo oculto. Mientras tanto, los soldados de Wulf levantaron su megalómana estructura para asediar Cuernavilla. Es entonces cuando Hèra, en una maniobra de distracción para ganar algo de tiempo, recorre la escala de asedio ataviada con un vestido de novia para enfrentarse al dunlendino, gran amigo de su infancia y pretendiente antes de la muerte de su padre, Freca.
Wulf, portando ilegítimamente la corona de Rohan, acepta el combate, para intentar acabar con el linaje de los Mano de Hierro y ocupar así el trono vacante. Cuando todo parece perdido, tanto para la guerrera como para los Rohirrim, la silueta del casco de Helm asoma en lo alto de las montañas, sembrando el temor entre las tropas dunlendinas, que retroceden despavoridas.
El disfrazado Fréaláf bajó junto a su caballería la ladera del valle para alejar a sus enemigos de Cuernavilla, que desde ese momento está situada en el denominado Abismo de Helm. Paralelamente, Hèra se defiende de un ataque traicionero de Wulf y, valiéndose únicamente de su escudo, la hija de Helm asfixia hasta la muerte al que antaño fuera su gran amigo, confirmando la derrota de los dunlendinos.
Tras el regreso a Edoras, la joven heredera al trono decide rechazar su destino como hija de Helm y entrega la corona a su primo, Fréaláf, que se convirtió en el décimo rey de Rohan y primer monarca del segundo linaje Rohirrim. Por su parte, Hèra decide embarcarse en un nuevo viaje junto a Olwyn, con rumbo a los Vados del Isen para encontrarse con un poderoso mago que, según ella, tiene muchos nombres... nada menos que el archiconocido Gandalf, por aquel entonces el Gris.