El final de Hermana Muerte, explicado: Así conecta con Verónica

El final de Hermana Muerte, explicado: Así conecta con Verónica
El final de Hermana Muerte, explicado: Así conecta con Verónica - NETFLIX
Actualizado: lunes, 6 noviembre 2023 10:44

   MADRID, 4 Nov. (CulturaOcio) -

   Desde su estreno en Netflix, Hermana Muerte, la película dirigida por Paco Plaza, se ha convertido en uno de los títulos más vistos de la plataforma. La cinta relata la historia de la hermana Narcisa, que vive una crisis de fe mientras descubre los oscuros secretos y extraños fenómenos del convento al que se une.

((ATENCIÓN: ESTA NOTICIA CONTIENE SPOILERS))

   Hermana Muerte es la precuela de Verónica que narra la historia de origen de la hermana Narcisa, la siniestra monja ciega que fue interpretada en por Consuelo Trujillo en la primera cinta y que aquí, en su juventud, está encarnada por Aria Bedmar.

   La escena final de Hermana Muerte conecta directamente con Verónica. En la secuencia se ve a la hermana Narcisa en su vejez, yendo a hablar a una clase llena de chicas adolescentes. Una de estas chicas es Verónica, encarnada de nuevo por Sandra Escacena, cuya atención se dirige a una amiga que inmediatamente llama a Narcisa "Hermana Muerte" al verla. La razón es la apariencia de la monja: como es vieja y ciega, las chicas creen que está en sus últimos días.

   Pero la historia de Hermana Muerte comienza en 1939, al final de la guerra civil española que dará paso a la dictadura de Francisco Franco. En un pueblo, la niña Narcisa (Ainoa Hernández) tiene visiones de la Virgen María, la madre de Jesús, motivo por el cual empiezan a llamarla niña santa de Peroblasco.

DE NIÑA SANTA A MONJA MALDITA

   Diez años después, Narcisa es una joven novicia que ingresa en un convento que también sirve como escuela para niñas. El nuevo hogar de Narcisa la recibe con los brazos abiertos, y la Madre Superiora (Luisa Merelas) comenta que tienen suerte de que la santa niña esté con ellas. Sin embargo, lo que no saben es que Narcisa se enfrenta a una crisis de fe y le cuesta incluso creer que lo que vio cuando era niña era en realidad una manifestación divina.

   Narcisa pronto descubre que el convento oculta algo muy siniestro. En su habitación, encuentra una foto de una monja muerta, la hermana Socorro (Almudena Amor), que parece provocar que una silla caiga al suelo cada vez que la mira. En las paredes aparecen dibujos extraños e incompletos de un ahorcado y canicas surgen de la nada como si invitaran a la hermana Narcisa a jugar. Es más, la joven monja no puede conciliar el sueño y cada vez que logra dormir, la acosan horribles pesadillas.

   Las otras monjas parecen completamente ajenas a lo que está sucediendo, aunque su comportamiento indica que algo va mal. Las niñas a las que enseña Narcisa, sin embargo, tienen una explicación para los extraños fenómenos ocurridos en el convento. Según ellas, el lugar está habitado por el espíritu de una niña de su misma edad, un espíritu que tiene el poder de reclamar tu vida si escribe tu nombre y en cuyos juegos nunca debes participar a menos que tengas ganas de morir.

   Sin embargo, cuando Narcisa cuenta estas historias a sus superioras, le dicen que las chicas simplemente no tienen disciplina e incluso la acusan de inventar cosas ella misma para recuperar la fama de su infancia. La hermana Julia (Manu Valdivielso) llega incluso a afirmar que está confabulada con el diablo. Las cosas van más allá cuando el espíritu de la niña escribe en la pizarra el nombre de Rosa (Sara Roch), una estudiante por la que Narcisa siente un cariño especial, anunciando su muerte inminente. Aterrada, Rosa es consolada por la hermana Narcisa, quien le pide ayuda para contactar con el espíritu.

   Mientras Narcisa insiste en que no hay nadie, Rosa le dice que detrás de ella hay un fantasma. El fantasma le dice a Rosa algo que la aterroriza, lo que hace que la niña salga corriendo de la habitación y desaparezca. Confundida y desesperada, Narcisa pide ayuda a la hermana de Rosa, Elvira (Olimpia Roch), para encontrarla, pero ya es demasiado tarde: el cuerpo de la pequeña Rosa es descubierto colgado del cuello dentro del confesionario de la iglesia. Culpada por sor Julia de la muerte de la niña, Narcisa decide abandonar el convento.

NARCISA Y EL ECLIPSE REVELADOR

   Mientras Narcisa se aleja del convento, hay un eclipse solar del que les había hablado a las niñas un par de escenas antes. Aunque les había dicho a sus alumnas que es peligroso mirar directamente un eclipse, los ojos de Narcisa se sienten atraídos hacia el cielo. La extraña luz inmediatamente la deja ciega, pero también revela las verdades que el convento ha estado tratando de mantener en secreto. De rodillas, mirando al cielo, Narcisa descubre lo que realmente pasó en el convento y quién es la niña que ha estado persiguiendo a sus habitantes.

   Las visiones de Narcisa la sitúan en un momento de la guerra en el que el convento estaba ocupado por soldados republicanos y antifranquistas. Los destellos de los hombres destruyendo imágenes de santos y manteniendo a las otras monjas como rehenes se alternan ante sus ojos hasta que se le muestra a una de las hermanas siendo violada por uno de los soldados. Dicha mujer no es otra que la hermana Socorro, quien quedó embarazada después de ser agredida y dio a luz a una niña dentro de los muros del convento, una niña que, por decisión de las otras monjas, nunca podría ver el mundo fuera de la institución.

   Esto se convierte en un problema cuando la niña (Daniela Casas) enferma y Socorro insiste en que la lleven a un hospital. Las otras monjas se niegan y le quitan a la niña para intentar curarla ellas mismas. Para bajarle la fiebre, meten a la niña en un baño frío, pero por un descuido terminan haciendo que la niña se golpee la cabeza con la bañera. Sangrando, la niña muere. Devastada por la pérdida de su hija, Socorro se suicida ahorcándose. Es por eso que la silla de Narcisa seguía cayendo al suelo: era Socorro pateándola al quitarse la vida. En cuanto a los golpes en la puerta, eran los intentos desesperados de Socorro, encerrada en su habitación, por recuperar a su hija.

   Después de ver todo esto, Narcisa es rescatada por las hermanas, quienes la llevan nuevamente al convento y le curan los ojos quemados. Sin embargo, sabiendo la verdad, ya no puede quedarse callada. Después de confrontar a la Madre Superiora sobre lo que realmente sucedió en el convento durante la guerra, ella sale de su habitación y deja salir al espíritu de la Hermana Socorro, quien ha estado golpeando la puerta durante casi una década. Al hacerlo, también libera a Socorro en el pasado, y el espíritu se venga de la Madre Superiora ahogándola en la bañera llena con la sangre de su hija en el pasado y obligándola a toser sangre en el presente.

   La mejor interpretación de esta escena es que, al conocer la verdad y sacarla a la luz, Narcisa acabó con la historia que las hermanas se habían inventado. Las monjas mueren precisamente por lo que intentaban ocultar: el ahogamiento en la bañera representa la muerte de la niña. Sin embargo, en cuanto a la historia, la venganza de Socorro debe verse como algo que funciona a nivel espiritual: como ella es un fantasma, solo puede actuar en el pasado, pero sus acciones tienen consecuencias en el presente acabando con quienes condenaron a su hija a la muerte.

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