La nueva película de Sofia Coppola trata la perversión del sueño americano desde su propia perspectiva --algo que ya hizo en 'María Antonieta'-- uniéndose a las recientemente estrenadas 'Spring Breakers' de Harmony Korine y 'Pain & Gain' de Michael Bay, sobre el mismo tema.
'The Bling Ring', aunque con un increíble trabajo visual, cambios de escena en los momentos oportunos y una gran banda sonora, no llega a destacar, no aporta nada ni se entiende si la actitud de Coppola es criticar o hacer una reflexión sobre los abusos, la fama, las drogas y la codicia.
Los personajes pasan de largo sin llegar a crear una conexión con el espectador, y no porque las actuaciones de Emma Watson, Leslie Mann, Israel Broussard, Katie Chang, Claire Julien y Taissa Farmiga no sean buenas, si no por el trato de Coppola hacía ellos.
A pesar de que no se llega a entender a los protagonistas, ni las motivaciones que les llevan a robar, si que se les distingue muy bien. La cabecilla es Rebecca (Chang), una manipuladora y controladora joven obsesionada con la fama y con Lindsay Lohan; le sigue Marc (Israel Broussard), un recién llegado que se incorpora al grupo; Chloe (Claire Julien), una adicta a las drogas y las discotecas; Nicki (Emma Watson) una joven engreída que solo busca la fama; y Sam (Taissa Farmiga).
El guión de la película no va más allá del artículo de Vanity Fair que lo inspira. El filme tiene la misma dinámica una y otra vez. Entrar en la casa de un famoso a robar, probarse ropa, ir a discotecas, beber y drogarse, una y otra, y otra vez, así hasta que finalmente los atrapan.
Ni siquiera el juicio final en el que condenan a los protagonistas causa emoción. Un momento que tenía que haber sido el clímax de la película pasa desapercibido sin aportar nada a la historia.
Pero ¿qué se puede esperar de una idea que arranca con robos en casas de famosos donde no hay ningún mecanismo de seguridad? Ni perros, ni alarmas, ni cámaras, ni cerraduras... No es que Coppola le ponga las cosas muy difíciles a los ladrones.
Los fallos de guión pueden llegar a compensarse con el arte de Coppola para presentar visualmente los robos en cada casa de una forma distinta según lo requiera el momento de la película en cuestión.
El primero de ellos, en casa de París Hilton, está rodado con cámara en mano lo que deja sentir la tensión, el miedo y la excitación de los protagonistas al cometer el delito. Mientras que, en uno de los robos finales la cámara está fija en un picado desde arriba desde el que se ve la mansión entera con los dos ladrondes entrando y saliendo de las habitaciones como si fuese lo más normal del mundo.
En definitiva, una pelicula con un argumento flojo e insustancial que no profundiza en la idea, simplemente señala la conocida obsesión que tiene la actual generación de jóvenes con la fama, las drogas, el alcohol y el descontrol en general, un claro ejemplo de ellos es la siempre polémica Miley Cyrus.