Por David Gallardo
La música es capaz de provocar multitud de sentimientos en cualquier ser vivo. De la felicidad al desconsuelo, pasando por todos los niveles de alegría y tristeza, pero (por favor) nunca indiferencia. Estos sentimientos se amplifican al ser disfrutados o padecidos en compañía, disparándose exponencialmente sus efectos al sentirse parte de una colectividad conformada por miles de personas.
Es la magia del pop rock de estadio, ese de coros colectivos, manitas al aire, estribillos multitudinarios y estadios que se tambalean. Es el poder de unas canciones infalibles que harían resucitar a un muerto y que han puesto patas arribas la redacción de CulturaOcio mientras esta lista tomaba forma. Vamos allá:
'BORN TO RUN'
"¡Porque vagabundos para nosotros nacimos para correr!", brama cada noche desde mediados de los setenta un Bruce Springsteen convertido en poderoso bisonte del rock, mientras miles de manos se alzan ante él en un ceremonioso ritual que no por repetido resulta menos efectivo. Liberador.
'WHERE THE STREETS HAVE NO NAME'
Siempre uno de los momentos álgidos en todos y cada uno de los conciertos de U2 desde 1987. La introducción es hipnótica, la letra es prácticamente un salmo para cualquier fanático y los coros son tan purificadores como una buena ducha después de caminar sin rumbo durante días por el desierto.
'ALIVE'
Pearl Jam acaban de publicar nuevo álbum esta semana ('Lightning Bolt'). Pero por mucho que guste, por mucho que encandile, por mucho que excite, nunca nada será igual a canciones como 'Jeremy', 'Black' o 'Alive', todas ellas contenidas en el debut del grupo, aquel exitosísimo 'Ten' que vio la luz en 1992. Clásicos de afonía probada.
'HIGHWAY TO HELL'
Por donde pasa AC/DC no vuelve a crecer la hierba. Los estadios literalmente tiemblan pero la multitud, lejos de sentirse aterrada, disfruta de sesiones de auténtica y profunda felicidad eléctrica. Todo por obra, gracia y condescencia magnánima de Angus Young, ese perenne e impertinente muchacho que décadas atrás metió los dedos en un enchufe y... hasta hoy.
'RUN TO THE HILLS'
Iron Maiden llevan décadas cabalgando erectos por todo el mundo como reyes del heavy metal más clásico, poniendo a prueba la inquebrantable fidelidad de su público, que llena sus conciertos porque sí, como un indudable acto de fe. Porque cuando el poder de ciertas canciones se escapa al raciocinio, no es precisa explicación alguna.
'SWEET CHILD O' MINE'
Puede que desde que los Guns n' Roses originales se separaran antes de llegar a la mitad de los noventa, uno creyera que 'Sweet Child o' Mine' habría perdido fuelle. Sin embargo, el regreso a la carretera de Axl Rose con sus mercenarios, y las giras de Slash con su propia banda, han demostrado que estamos ante una canción inmortal desde su introducción de guitarra hasta el aullido final. Y ya hasta (casi) da igual quien la cante y quien la toque.
'VIVA LA VIDA'
Es el perfecto pop de estadio, el perfecto canto a la vida. Sin ser una banda de rock pero tampoco una de pop, los de Chris Martin se sienten cómodos en un punto intermedio en el que lo importante es la conexión con el público por la vía rápida, esto es, melodías pegajosas, estribillos heróicos y coros épicos hasta el agotamiento. Epopeya lacrimógena en el estadio.
'DON'T LOOK BACK IN ANGER'
El talento compositivo de Noel Gallagher llevó a Oasis hasta su cima creativa y de popularidad tras la publicación de su segundo álbum '(What's the story) Morning Glory' en 1995. Desde entonces, la banda no dejaría de llenar estadios hasta su disolución en 2009, basando sus recitales en canciones tan pomposas y efectivas como 'Don't Look Back in Anger'. Noel sigue interpretándola en la actualidad con su banda High Flyin' Birds, sabedor sin duda de su capacidad estremecedora.
'SEVEN NATION ARMY'
Es el himno marcial del siglo XXI. La canción de los Whites Stripes suena en infinidad de estadios de fútbol cuando el equipo local marca un gol, desatando la alegría entre la parroquia, que se siente durante unos segundos como una turba vikinga arrasando en la batalla definitiva. Tan visceral es que sólo necesita de la batería, la guitarra y la voz de Jack y Meg White para desatar tales pasiones descontroladas de incierto final.
'WE ARE THE CHAMPIONS'
La canción de estadio definitiva, que con el paso de los años se ha convertido en indispensable y fundamental a la hora de festejar cualquier tipo de victoria deportiva en cualquier rincón del mundo. Que cada uno se imagine a sí mismo alzando la copa dorada que quiera, del deporte que quiera, acompañado de quien quiera y donde quiera. No falla. Nosotros somos los campeones.
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