MADRID, 4 Jun. (CulturaOcio- David Gallardo) -
El 4 de junio de 1984 la vida de Bruce Springsteen cambió para siempre con la edición de Born in the USA, el disco que le convertiría en el rey de los estadios y el ídolo del rock que conocemos hoy en día.
Era el séptimo trabajo de una trayectoria que contaba ya con joyas como Born to Run (1975), Darkness on the Edge of Town (1978), The River (1980) y Nebraska (1982). Pero el salto cuantitativo estaba por llegar.
Tanto cambió la vida de Springsteen que desde mitad de los ochenta nunca volvió a ofrecer un disco tan incontestable como los mencionados, al tiempo que sus conciertos se convertían en ceremonias inapelables para festejar la veracidad del rock.
Aunque en realidad el grueso de Born in the USA eran piezas acústicas inicialmente destinadas al Nebraska de 1982, Springsteen las remozó junto a The E Street Band para convertirlas en piezas fundamentales del rock de los ochenta, plagadas de sintetizadores típicos de la época.
La jugada le salió perfecta a un Springsteen que venía de un disco acústico y terminó colocando a Born in the USA como el disco más vendido de 1985, y que actualmente ya ha superado los 30 millones de copias despachadas en todo el mundo.
Y eso a pesar de no ser el disco favorito de sus fanáticos. A pesar de este pequeño detalle, muchas de sus canciones son fijas en los conciertos de Bruce Springsteen, quien incluso en su última gira ha tocado este álbum en su totalidad de principio a fin.
La cuestión es que a pesar del paso del tiempo, Born in the USA, Cover Me, Darlington County, Working on the highway, Downdound train, Im on fire, No surrender, Bobby Jean, Im going down, Glory days, Dancing in the dark y My hometown siguen entre nosotros y bien merecen un homenaje.
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