MADRID, 6 Mar. (CulturaOcio - David Gallardo) -
La demanda de entradas para ver a Extremoduro tiende a infinito. Durante la última década ha sido siempre así, es verdad, pero en esta ocasión se ha disparado exponencialmente al tratarse de una gira inesperadamente de despedida.
Porque en tiempos en los que las bandas de rock que más llenan en todo el mundo están integradas por septuagenarios, sexagenarios y cincuentones, los de Robe Iniesta aún tenían ante sí un montón de años para seguir dando cera con su rock transgresivo.
Se pusieron a ello, de hecho, con la intención de grabar un nuevo álbum que diera continuidad a 'Para todos los públicos', su última entrega de hace siete años. Pero cuando se reunieron en el local y empezaron a tocar algo no hacía click, por lo que optaron por dejarlo ahí.
RELACIONADO - Ansiedad, desesperacion, frustración y algunas alegrías en la venta de entradas de Extremoduro
Robe no había cerrado nunca la puerta al regreso de Extremoduro, pero no es mentira tampoco que se lo ha gozado de lo lindo con sus dos discos y correspondientes giras a su bola, lejos de la banda nodriza con la que alzó el vuelo y empezó el viaje desde Plasencia allá por 1987.
Desde entonces hasta hoy, 33 años. La edad de Jesucristo. Una coincidencia en el calendario no exenta de poética para 'Jesucristo García'. Antes de que a uno le crucifiquen, mejor detenerse aquí para saltar hacia la vida eterna.
Porque, en última instancia, eso es Extremoduro para su legión de fans. Una vida eterna y entera a través de canciones en las que cabemos todos. Una vida entera de recuerdos sobre todo de juventud: de garitos poco aconsejables sin hora de cierre, de noches inconfesables, de amar con el alma y equivocarse con determinación.
RELACIONADO - Adiós a Extremoduro: Larga vida al rock transgresivo
De mañanas asesinas, de volver a las andadas. De acudir a conciertos con la solemnidad necesaria para convertirlos en ceremonias del rock. Extremoduro es la libertad de cuando lo único que importa es beberse la vida en vasos compartidos. Cuando no había reglas, cuando éramos inmortales. Cuando fuimos los mejores.
Y aunque haya pasado el tiempo y todos seamos irremediablemente más viejos, guardamos esas sensaciones bajo llave en un lugar recóndito que solo cada cual conoce. Por eso, regresar a un concierto de Extremoduro es parte de ese rito en el que abres la puerta a todo lo que una vez fue. Y Extremoduro es la vida misma sin adornos. Te pones tu vieja camiseta descolorida y a punto de desintegrarse y eres de nuevo aquel.
EXTREMODURO: "Las canciones son eternas, los grupos no"
'Salir', 'So payaso', 'Si te vas', 'La hoguera', 'Golfa', 'Me estoy quitando', 'Dónde están mis amigos', 'Extremaydura', 'Jesucristo García', 'Buscando una luna', 'Ama, ama, ama y ensancha el alma'. Cada cual tiene las suyas y, aparte de revivir sensaciones, puede recordar perfectamente los lugares donde las escuchaba con fruición. Y con quien lo hacía.
Como sucede cuando se acaba algo grande, termina una era. Esto del final de Extremoduro habría que votarlo entre todos, pero la decisión está tomada. De manera que solo queda una despedida bonita. Y bueno, todas esas canciones a las que abrazarse y que nos conectan con la parte más pura de nosotros mismos. Porque Extremoduro ensancha el alma.