Por David Gallardo
Entre la inabarcable maraña de discos que se publican cada año, tan solo unos cuantos están destinados a trazar una línea roja para separar claramente el antes y el después. Son álbumes generacionales que, en mayor o menor medida, acompañarán de por vida a unos cuantos miles de personas con independencia de donde se encuentren, creando una conexión cósmica tan inquebrantable como perdurable en el tiempo.
Aún recuerdo perfectamente cómo conseguí mi copia de 'Dookie'. La falta de dinero me obligó a rastrear por el instituto hasta encontrar a un tipo un par de años mayor que lo tenía. Mendigar no sería la palabra exacta, pues más bien se trató de una operación de acoso y derribo, pues aunque en un principio no parecía dispuesto a dedicarme unos segundos de su tiempo, finalmente conseguí que me hiciera caso y aceptara mi cinta de casette virgen, predispuesta para recibir la buena nueva.
Supongo que a todos nos gusta ser un poco apóstoles y jugar a evangelizar infieles, por lo que mi desmedido interés en escuchar el dichoso álbum de Green Day terminó por ablandarle y, con una desmesurada ración de condescendencia, accedió a grabárselo a ese renacuajo tan insistente. En el momento de darme la casette incluso me piropeó por mi buen gusto musical y me animó a seguir descubriendo otras bandas similares. Sabias palabras.
Pero vamos al tomate. 'Dookie' es el tercer álbum de estudio de Green Day y vio la luz 1 de febrero de 1994, dos años después del éxito 'underground' de su anterior trabajo, 'Kerplunk!'. Tras su publicación nada volvió a ser igual para la banda californiana, que de pronto se veía en las portadas de las revistas y en lo alto de las listas con singles aún hoy tan vivarachos como 'Longview', 'Welcome to Paradise', 'When I Come Around', 'She' y, por supuesto, 'Basket Case'.
Más de 26 millones de copias vendidas en todo el mundo avalan a 'Dookie', que incluso se alzó con el Premio Grammy al Mejor Álbum de Música Alternativa en 1995, en una época en la que el punk rock melódico resurgió en Estados Unidos revestido de una desprejuiciada comercialidad gracias a Green Day, pero también a otras bandas como The Offspring y Rancid, que ayudaron a consolidar el nuevo movimiento. Entre todas se cargaron a un grunge ya moribundo tras el suicidio de Kurt Cobain.
Tan alto y tan rápido subieron Billie Joe Armstrong, Tré Cool y Mike Dirnt que nunca conseguirían disfrutar tanto y tan descaradamente del desaforado éxito planetario como durante aquel año 1994, que incluyó presentaciones en Woodstock y Lollapalooza y conciertos en el Madison Square Garden de Nueva York.
Si siguiente disco, 'Insomniac' (1995), todavía se aprovechó de la luminosa estela de su predecesor, pero la situación comenzó a enturbiarse y ponerse farragosa con trabajos como 'Nimrod' (1997) y 'Warning' (2000), con la banda atascada en una fórmula con alarmantes signos de agotamiento.
Tras varios años de reflexión, su reinvención en plan opereta punk con 'American Idiot' (2004) les salvó de un destino que parecía inevitable. Pero tanto esa como la de '21st Century Breakdown', son otras historias para otros momentos, pues ahora lo que toca es celebrar las dos décadas de vida de uno de los discos capitales de los noventa. ¡Que Johnny Ramone (o sea, Dios) salve al 'Dookie' de Green Day!