Por David Gallardo
Este 14 de enero verá la luz al fin 'High Hopes', el nuevo trabajo del inagotable, incansable y de alguna manera infinito Bruce Springsteen, quien a sus 64 años rezuma una vitalidad tan insultante que es capaz de grabar otro disco a pesar de no haber terminado la gira de presentación del anterior, 'Wrecking Ball', editado en 2012.
Como si temiera que algo horrible sucediera en el hipotético caso de detenerse un maldito segundo, la cuestión es que el rockero de New Jersey decidió hace ahora algo menos de un año entrar en un estudio de Sidney (Australia) mientras andaba por allí de gira con su E Street Band en marzo del pasado año. Liderar conciertos de más de tres horas cada noche podría quitarle a cualquiera las ganas de hacer horas extra, pero esa no es una reflexión válida para Springsteen.
Un Springsteen que, huelga decirlo, contaba entonces en las filas de su legendaria banda con el guitarrista de Rage Against the Machine y Audioslave, Tom Morello, en sustitución de Steve Van Zandt, ocupado por aquellos días en su carrera como actor para la serie 'Lillyhammer'. Springsteen y Morello ya habían tocado juntos antes, pero esta unión forjó algo nuevo entre ellos y su fruto es este 'High Hopes', que tiene de todo un poco, y el inconfundible sello del guitarrista neoyorkino (en algunos pasajes más acertado que en otros).
Un contenido variado y variopinto ya desde su concepción misma, sin necesidad de escucha alguna, pues el álbum está compuesto por canciones inéditas (descartes de anteriores trabajos en realidad), versiones de otros artistas y nuevas grabaciones de estudio de canciones ya de sobra conocidas por los fans de Bruce Springsteen.
Entre las inéditas destaca 'Harry's Place', un tema de las sesiones de 'The Rising' (2002), que a pesar de ser descartado en su momento, encuentra ahora su momento gracias a una ambientación un tanto lúgubre, digna de la aperura de 'Los Soprano'. Además, tiene el aliciente de contar con el saxo del gran compañero de Springsteen, Clarence Clemons, fallecido en junio de 2011. Mirar al pasado propicia estos guiños.
De las mismas sesiones de 2002 resurge con fuerza ahora 'Down in the Hole', una composición que cuenta de nuevo con el saxo de Clarence, así como con los teclados de otro miembro perdido de la E Street Band, Danny Federici. También suenan musculosas y vigorosas otros descartes (todos del siglo XXI) como 'Heaven's Wall' o 'This is Your Sword', que casan a la perfección con las sonoridades exploradas en la última década por Springsteen.
Como ya hemos mencionado, en 'High Hopes' hay sitio para un par de grabaciones de estudio de temas en cierta medida clásicos para los más fanáticos del músico estadounidense. Por un lado está 'American Skin (41 Shots)', uno de los platos fuertes del 'Live in NYC' de 2001, que merecía una cuidada versión de estudio como esta para hacer justicia a una de esas composiciones tan cinematográficas de Springsteen.
Junto a 'American Skin' está también 'The Ghost of Tom Joad', grabada originalmente en versión acústica para el álbum del mismo título de 1995, e interpretada recurrentemente en directo tanto por Bruce en solitario con su guitarra como por toda la E Street Band al completo. La versión incluida en 'High Hopes' muestra a toda la banda con la caldera al máximo pero dejando espacio al lucimiento personal de Tom Morello, quien machaca su guitarra sin piedad ni remordimiento (tal y como ya hizo en el pasado en alguna actuación conjunta).
Aún queda un último bloque de canciones en este álbum: las versiones de temas ajenos. Estamos hablando de 'High Hopes', un tema de la banda californiana The Havalinas que Bruce ya grabó a mitad de los noventa, y de 'Just Like Fire Would', canción de The Saints que perfectamente podría ser un clásico original de Springsteen, pero no.
Un trabajo diverso, desde luego no a la altura de clásicos como 'Born to Run' (1975), 'Darkness on the Edge of Town' (1978) o 'The River' (1980), pero que aporta toneladas de fe a los seguidores del rockero de New Jersey, que temen más que él mismo el día en que la gramola se detenga y la música se convierta en un insoportable silencio.
Porque en un mundo demasiadas veces gobernado por la angustia, el desaliento y el abatimiento, la música de Springsteen libera del pánico cotidiano a vivir. Eso ya de por sí es motivo más que suficiente para celebrar y festejar con vítores y aullidos el advenimiento de 'High Hopes'. Porque si hay algo que Bruce sabe hacer es darnos esperanza cuando la luz se apaga.