MADRID, 9 Oct. (EDIZIONES - David Gallardo) -
Cuatro años después de literalmente colapsar tras el lanzamiento simultáneo de una trilogía de discos que llevó al grupo al límite de su resistencia -y al vocalista y guitarrista Billie Joe Armstrong a rehabilitación por alcohol y drogas-, Green Day están oficialmente de vuelta con las caras lavadas y ni rastro de legañas en sus cuarentones rostros.
Este recobrado frescor en el que no tienen cabida las migrañas mañaneras ha llevado al trío de Berkeley (California, Estados Unidos) a encontrar un renovado vigor en su nuevo álbum, 'Revolution Radio', a la venta desde este viernes con una colección de composiciones con un denominador común: son directas, son frenéticas, son punk rock. Son Green Day.
Punk para las masas y facturado por tres tipos que ya han debido superar la crisis de la mediana edad, pues Billie Joe Armstrong tiene 44 años, misma edad que el bajista Mike Dirnt y uno más que el baterista Tré Cool, que anda por 43 pero que en dos meses y un día igualará momentáneamente a sus compinches. Pero punk norteamericano al fin y al cabo.
Tres tipos, en definitiva, que tras encontrar nueva vida en ambiciosos y épicos discos conceptuales rebosantes de ópera-rock como 'American idiot' (2004) y '21st century breakdown' (2009), se estrellaron contra sí mismos con la mencionada trilogía de 2012 bajo el brazo. Y por eso, resetearon y volvieron a la casilla de salida. Más o menos.
Más o menos porque, claro, nunca más volverán a ser los adolescentes alocados de su debut '39/Smooth' (1990), ni los muchachos sobrepasados por el éxito planetario de su continuación de 1992, 'Dookie'. Pero sí hay paralelismos en los Green Day actuales y los de 'Insomniac' (1995) y 'Nimrod' (1997), pues en ambos casos se trata de no perder el control y encontrar de nuevo el camino correcto.
Porque, recordemos, el éxito de 'Dookie', con más de 20 millones de unidades despachadas, fue seguido de un descenso progresivo hacia la irrelevancia que se consumó en 'Warning' en el año 2000. Aconteció entonces la reinvención hacia la edad adulta con el mega éxito 'American idiot', que vendió en 2004 más de 6 millones de copias y terminó convertido en un musical de Broadway.
TERCERA ETAPA PARA GREEN DAY
Diríase, por tanto, que ahora con 'Revolution radio', su duodécimo álbum, Green Day abre su tercera etapa con unas canciones veloces, espídicas, frenéticas y reconocibles. En esta ocasión, el grupo no se ha complicado, se ha buscado en sus inicios sin olvidar todo lo aprendido y se ha dedicado a hacer canciones de punk rock en el sentido más amplio del término, con una base rítmica miliciana, unas guitarras nerviosas y unos estribillos preparados para la batalla.
Eso es lo que contiene el primer single del disco, 'Bang Bang', con apenas tres minutos y medio de ejercicio de estilo punk con una producción musculosa claramente perpetrada para impactar y animarte a subir el volumen hasta sobrepasar el límite de lo aconsejable. El hecho de regresar al origen no te obliga a grabar maquetas primitivas, pues eso tampoco te hace más auténtico.
'Revolution radio' es punk pero contiene, claro, elementos de sus últimos trabajos, pues en definitiva son los que les han traído también hasta aquí. Así, 'Somewhere now', el primer tema, es básicamente un medio tiempo de rock clásico, incluso con guitarras acústicas, que sí mantiene cierta grandilocuencia y un sonido ensoñadoramente setentero. Pero está bien apuntalado por los redobles de Tré Cool y al coger velocidad desemboca en una tormenta incontenible de riffs.
Por su parte, el tema titular, 'Revolution radio', pone toda la celeridad necesaria para que a lo largo del álbum fluyan también otros pildorazos como 'Too dumb to die', 'Still breathing' (que empieza acústica pero se dispara) y 'Bouncing off the wall'. Por supuesto, no cuesta encontrar similitudes entre lo nuevo y lo añejo, como sucede claramente en 'Say goodbye', que parece en algunos tramos un calco de su éxito 'Holiday'.
NATURALIDAD, VELOCIDAD Y MÚSCULO
'Outlaws' tiene cierto aire a '21st Century Breakdown' y en ella pueden reconocerse ecos de baladones emotivos como la celebérrima 'Wake me up when september ends'. Pero todo es de otra manera, hay otra forma de hacer las cosas que transmite diferente. Esta es la revolución de Green Day, basada en la naturalidad de haber aprendido a disfrutar de ser quienes son.
Hay hueco también para la vacilona y despreocupada 'Youngblood', en la que la distorsión aparece y desaparece para provocar la explosión del contraste sin perder la agilidad perpetua. En el tramo final aparece la melancólica 'Troubled times', de nuevo con calculados cambios de ritmo que dibujan un paisaje inquietante acorde con la letra.
'Forever now' es, con 6 minutos y 52 segundos, el tema más largo de un disco en el que la norma es comprimir el asunto en tres minutos de media. Es la canción en la que más se aprecia el pasado inmediato del grupo, pues tiene diversas partes perfectamente diferenciadas, y que termina bien alto con ese grito de guerra ya más que claro a estas alturas: "I want to start a revolution, I want to hear it on my radio".
A modo de cierre, un pequeñito tema acústico titulado 'Ordinary world' de esos que incitan a arropar y a apagar las luces después de degustar un álbum cantado muy en primera persona, con versos tan claramente autobiográficos como "My name is Billie and I'm freaking out, I thought before I was now I can't really figure it out, I sit alone with my thoughts and prayers, Screaming my memories as if I was never ther".
Y es que la naturalidad es la clave. Siempre. Porque llega un momento en la vida en el que, después de todo lo que tenga que pasar, ser nosotros mismos es lo único que tenemos para ofrecer a los demás. Esa es la verdadera revolución punkarra que brota de la crisis de la mediana edad. Con vigor y sin pomposidad, reencontrando el camino correcto. Como un disparo, como un 'Bang Bang'.