MADRID, 9 Abr. (CulturaOcio - David Gallardo) -
Me desconcierta muchísimo que entre mis amigos persista aún hoy la broma de que Bruce es Triste. No me sorprende que piensen eso, pero sí que me alucina que lo mantengan sin haber ido a uno solo de sus conciertos.
No hay demasiadas personas que hayan ofrecido al mundo más felicidad que Bruce Springsteen. Sabéis. Esos conciertos de tres o cuatro horas en los que no cabían más pelotazos. Dicho esto último en todas las acepciones que cada cual quiera.
Cuando uno entra por la puerta, cuando a uno le pican la entrada de un concierto de Bruce Springsteen, sabe que tiene un ticket to ride. Cuando eres niño y vas al parque de atracciones no tienes del todo claro lo que se viene. Sabes que lo quieres todo.
He estado esta tarde viendo vídeos de los últimos conciertos de Bruce Springsteen en Madrid. Son iguales en todo el mundo, evidentemente. Pero yo veo los de Madrid. Y creo que algo pasa cuando sale y grita ¡Hola Madrid! ¡Hola Madrid! ¡Hola Madrid! ¡Hola España!
Bruce estuvo en Madrid las dos últimas veces en 2012 y 2016. En ambas arrancó igual. Con 'Badlands' y, sobre todo, arengando. A una ciudad. A un país. Y a mí, personalmente, me llega ahora en mi confinamiento de 2020 y querría que os llegara al resto.
No, lo que el mundo necesita no es a Bruce Springsteen & The E Street Band sobre un escenario durante cuatro horas: No lo necesita el mundo pero lo necesito yo, que formo parte del mundo. Quiero sentir la libertad del rock de estadio junto a otras 50.000 personitas locas.
Estar con otra gente, tocarte. Cantar al viento y que otro lo recoja. Eso es un concierto de rock de estadio. Y en una sala también, claro. Nadie sabe ni el cuándo ni el cómo pero, para cuando sea, Bruce Springsteen nos dará esas cuatro horas.
Porque aunque ya haya pasado lo setenta, Bruce va a seguir siempre ahí. En vivo lo vamos a tener una penúltima vez, ya medio prevista para 2020 estaba. Nos va a congregar, nos vamos a tocar mucho por él. Pero tendrá que ser en 2021.
La necesidad que personalmente yo tengo es volver a veros. En un concierto de Bruce o donde sea. Volviendo a mis amigos, se aburren con Bruce. Bien, vale, pero sabéis: la sola idea da 60.000, 70.000, 80.000 personas aplaudiendo a un tío que sonríe me parece de otro planeta.
Y que sonríe mucho y pareciera real. Ya cuando uno antaño salía de ver a Bruce pretendía ser mejor persona. Vale. Bien. Ahora que no estamos seguros de absolutamente nada, ¿no es acaso ese el más necesaario de los planteamientos vitales?
Porque Bruce Springsteen es, por supuesto, meter los dedos en un enchufe para buscar lo que pasará justo después. Pero también es alguien que aglutina de una manera espontánea. Sin movidas. Y yo creo que no hace falta que te guste su música.
Basta con que comprendas lo que significa una sonrisa. Basta con que comprendas lo que significa el rock. Basta con que tengas ganas de vivir. Porque Bruce es, efectivamente y en última instancia, el rock veraz que nos libera del miedo a vivir.