MADRID, 4 Abr. (CulturaOcio - David Gallardo) -
En un mundo de mierda plagado de conciertos en streaming que desvirtúan el valor de la música, auténtico salvavidas en la rutina diaria, necesitamos un monolito al que adorar como en 'El Planeta de los Simios'. Y eso es AC/DC.
Rock o muerte. Eso es AC/DC. Tantas noches gloriosas de desconexión irracional nos dieron que, cuando vimos a Angus Young enterrar a su hermano Malcolm con la funda de su guitarra, vimos vida en lugar de muerte. Vimos un penúltimo electroshock.
Dame tu electroshock. Llevamos ya casi dos años con las buenas nuevas del próximo disco de AC/DC, algo por lo que nadie daba una peseta cuando Axl Rose reemplazó a Brian Johnson por culpa de una incipiente sordera.
Una sordera no va a detener a AC/DC. Ni una pandemia justiciera. AC/DC es como meter los dedos en el enchufe cuando eres crío, AC/DC es ese tipo de alto voltaje que hace que tiemblen las canillas hasta un punto eterno de no retorno.
Porque de la misma manera que Obélix cayó en la marmita aquella, Angus metió los dedos, la lengua y todo lo que quieras pensar en aquel dichoso enchufe. Es nuestro pequeño gran héroe del rock, es alguien en quien confiar porque sabes exactamente lo que ofrece y lo que compras.
Angus no tiene la vacuna, no es su responsabilidad. Pero no hace falta apenas retroceder en el tiempo, basta con escuchar su último disco, 'Rock or Bust' (2014), para sentir lo que aporta: es ese instante fugaz en el que vives por encima de tu ritmo cardíaco recomendable para luego regresar.
El corazón se te sale por la boca, pero vuelves. En tiempos de sedentarismo generalizado, esa ya otra razón física para querer un nuevo disco de AC/DC. Y, aparte, es que AC/DC debe regresar para que no chupemos enchufes: las autoridades lo desaconsejan y es otro motivo.
Quien haya estado en un concierto de AC/DC lo sabe: es una sensación de libertad incomparable e incomprable. No hay país que te pueda estafar con ello. El rock de AC/DC es tan primario, tan primitivo si se quiere, que llega a ser como respirar.
Mover una pierna sin querer, alzar los cuernos sabiendo lo que implica, poner morritos chulones y desafiantes. Brazos en jarra como Bon Scott sin camiseta. Subir el volumen al máximo sabiendo que es lo correcto y sonriendo con cierta malicia.
Han pasado ya seis años de 'Rock or Bust' y 45 desde 'High Voltage'. Tuvimos dolorosas bajas irreparables por el camino. Pero en tiempos de zozobra necesitamos algo real a lo que aferrarnos. Necesitamos algo que no haya cambiado con el tiempo.
AC/DC no ha cambiado un ápice con el tiempo. En el mundo de la música eso ha llevado al acantilado del olvido a los más grandes, pero no a AC/DC. Nadie puede dar un motivo concreto, pero seguramente sea porque con ellos se prima la fidelidad por encima de todo lo demás.
A escala menor, es un caso similar al de Rosendo Mercado en Carabanchel. Es necesario que haya referentes imperturbables al paso del tiempo, que vean pasar los acontecimientos más horribles como si no fuera con ellos. Es asi como nos subimos a su carro y sobrevivimos.
Es por todo lo dicho, por lo que ya está bien de rumores sobre el regreso de AC/DC. Ahora nadie parece querer lanzar cosas nuevas para que no se pierdan en el sumidero del coronavirus pero, eh, pero, si Angus lo vuelve a hacer, por seguro que no va a pasar desaparecibido.
El mundo necesita un buen chute. El mundo necesita saber que quiere sobrevivir. El mundo, o sea, nosotros, no puede incurrir en la desesperanza. Nosotros, o sea, el mundo, necesita ya otro disco de AC/DC. ¡El mundo quiere lamer enchufes!