MADRID, 9 Jun. (CulturaOcio - David Gallardo) -
Después de semanas de información científicamente administrada con cuentagotas para ir generando la pertinente ansiedad entre los fieles, este martes se pone oficialmente a la venta el séptimo trabajo de estudio de Muse, Drones. Una obra conceptual vigorosa, pétrea y certera, menos dispersa que anteriores creaciones del trío. Un impetuoso puñetazo en la mesa que podría ubicarse como continuación de Absolution (2003).
"Este disco explora el viaje de un humano, desde su abandono y pérdida de esperanza, hasta su adoctrinamiento por el sistema para ser un drone humano, para su eventual deserción de sus opresores. Porque el mundo está dirigido por drones utilizando drones para convertirnos a todos en drones", reflexiona el vocalista y guitarrista Matthew Bellamy sobre el concepto del disco.
Pero más allá de sesudas consideraciones, Drones es un disco básicamente de rock del siglo XXI, con todos los ingredientes que uno puede esperar cuando se trata de Muse: guitarras poderosas y expansivas, grandilocuencia faraónica, épica descontrolada, puños cerrados levantados, pomposidad, paranoia, conspiración y demencia creativa (en este caso algo más contenida que en otras ocasiones, con el trío yendo al meollo sin demasiadas perífrasis, aunque autoplagiándose en algunos evidentes momentos).
Todo ello envuelto en un gran concepto ya planteado en la saga de películas de Terminator. A saber: acabaremos viviendo en un planeta dominado por máquinas (o robots o drones o como lo queramos llamar) que impondrán su inapelable ley sin compasión. Así que ahí es donde entra Muse para poner con su música el componente humano a semejante desgobierno digno también, claro, del George Orwell más conspiranoico.
1. DEAD INSIDE
Uno de los temas más futuristas de un álbum que intenta aferrarse a los principios básicos del rock, pero que resulta incontrolable. En este caso recuerda de alguna manera a Supermassive black hole (2006), aunque también tiene un punto loco como si Queen (con Freddie Mercury, por supuesto) dieran una vuelta de tuerca a su Another one bites the dust. Ha sido el primer single oficial de Drones.
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2. [DRILL SERGEANT]
El sargento de hierro dándolo todo para someter al protagonista de la historia. 21 segundos de instrucción que sirven de intro para el estallido de Psycho.
3. PSYCHO
Un tema avasallador, una bomba lapa de guitarras pesadas a lo Black Sabbath, con un riff (¡que recuerda a Personal Jesus de Depeche Mode!) que cabalga vigoroso y marcial sobre una base rítmica tan contundente y firme como siempre, gracias a la consistencia que han adquirido con los años el bajista Christopher Wolstenholme y el baterista Dominic Howard (algo que se palpa en todo el disco). Un autoplagio apoteósico.
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4. MERCY
Como sucede con todos los grupos analizados en exceso, resulta inevitable mirar al pasado al escuchar nuevas piezas. En esta ocasión, el piano inicial nos lleva directamente hasta Starlight (2006), si bien Mercy contiene aún más dosis de heroicidad, con unas guitarras sorprendentemente AOR que emparentan tanto con Foo Fighters como con los Bon Jovi más ruidosos. El estribillo es de los de arrancarse la camisa y sacarse los pulmones, con esos coros hinchados marca de la casa.
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5. REAPERS
En un despiporre absoluto, Matthew Bellamy se convierte en un héroe de la guitarra en plan Yngwie Malmsteen e incluso copiando la técnica 'tapping' de Eddie Van Halen. También encontramos riffs y punteos en la línea Tom Morello (el final es casi calcado a Bombtrack de Rage Against the Machine). Evidentemente, Reapers es un tema trotón y vigoréxico. Con tintes de rock progresivo.
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6. THE HANDLER
Los Muse más contundentes y pesados se ponen (aún más) trascendentes y apocalípticos en este tema de tempo lento y ambiente oscuro que narra el momento en el que el hombre trata de liberarse de sus opresores para volver a sentirse humano. La rebelión empieza desde lo más profundo de uno mismo: "I won't let you control my feelings any more, I will no longer do as I am told, I am no longer afraid to walk alone, Let me go, let me be".
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7. JFK
Un discurso de John Fitzgerald Kennedy marca el punto de inflexión en la historia narrada en Drones. Tras el sometimiento, ha llegado el momento de librarse de las ataduras, como veremos a continuación.
8. DEFECTOR
Las derivas apocalípticas y operísticas de Muse también están presentes en Drones. Esto quiere decir que vuelve a aparecer inevitablemente la referencia a Queen en particular y al rock de los ochenta en general. Todo para musicar con magnificencia el momento preciso en el que el héroe de la trama se libera y vuelve a tomar control de su vida: "Free, yeah, I'm free".
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9. REVOLT
De nuevo el AOR o rock para adultos en el que se aprecia la mano del productor John Mutt Lange (conocido por sus mega vendedores trabajos con Def Leppard, AC/DC, Foreigner, Bryan Adams, Shania Twain o Maroon 5). Una canción luminosa que transmite esperanza, pero que también resulta algo blandita en comparación con otras composiciones más ambiciosas. Ideal para despresurizar.
10. AFTERMATH
¿Es de Mark Knopfler la guitarra con la que comienza Aftermath? ¿O acaso estamos ante un intento de Muse de crear su propio One de U2? Ambas posibilidades encajan en este baladón clásico, con sección de cuerda incluida, insospechado en los Muse rococós de los últimos años. Es la liberación definitiva, la resaca que viene después de recuperar la mente enajenada. Y por eso tiene que ser necesariamente delicada.
11. THE GLOBALIST
Diez minutos de epopoya rock que empiezan con esos silbidos solitarios a lo Ennio Morricone que tanto gustan a Muse. Un desolador spaguetti western que por arte de birlibirloque muta en una sucesión infernal de riffs de guitarra metaleros, antes de cambiar definitivamente de tercio hacia una intensa pieza clásica dominada por el piano. Por cierto, es una secuela de Citizen Erased (del disco Origin of Symmetry de 2001), y cuenta la historia del ascenso y la caída de un dictador, por lo que en realidad es una pieza separada de la trama general de Drones.
12. DRONES
El final del álbum no puede ser más desconcertante. Tras la abrumadora tormenta de las canciones previas, Matthew Bellamy, Christopher Wolstenholme y Dominic Howard se despiden en un estado de calma total cantando a capela casi como si de monjes de clausura se tratase. La paz espiritual después de la guerra era esto.