MADRID, 1 May. (CulturaOcio - David Gallardo) -
De promesas del grunge a la última gran banda de rock. Esto último se afirma mucho como demasiada alegría, pero lo primero es irrefutable. Lo segundo, de hecho, también lo es salvo con matices que hay que dilucidar mirando el calendario y debatiendo lo que cada cual considere rock y grande.
Sea como fuere: Pearl Jam. Treinta años de canciones y el Mad Cool literalmente reventando sus costuras en su última visita en aquel verano de 2018 en el que las apreturas nos parecían molestias imperdonables que ahora extrañamente añoramos. La vida viene y va, pero ahí está Pearl Jam, en definitiva.
En pleno confinamiento han vuelto, de hecho, siete años después. Y esa es la chispa que enciende la llama para el siguiente juego: ordenar por la cara los discos de la banda de Seattle de peor a mejor. Vamos allá.
LIGHTNING BOLT (2013)
Su ya penúltima entrega tiene sus cosas. Tiene sus canciones aceleradas, sus ramalazos punks, su garajeo sucio y eso. Pero no tiene la inspiración que pueda soportar la comparación. Y eso que sí tiene a 'Sirens', una balada tocha y creciente que mola todo. Pero metiendo un penalty de cinco no ganas, así que tampoco con una realmente buena de doce.
PEARL JAM (2006)
Partamos de la base de que ningún disco de Pearl Jam es una mala noticia, incluso aunque sus caras-b desfallezcan de manera alarmante. En el álbum del aguacate tenemos un buen trallazo como 'World wide suicide' y 'Life wasted' o 'Big wave' suenan familiares. Pero con el cambio de siglo y como les pasa a todos los grandes nombres, los discos eran ya una excusa para salir a la carretera.
GIGATON (2020)
Se dice mucho que el undécimo disco de Pearl Jam es el mejor en mucho tiempo, pero en eso influye indudablemente que hayan pasado siete años desde el anterior. Con semejante lapso de tiempo es complicado valorar nada con perspectiva. Sí que pareciera que mejora un poco la trayectoria, pero no hace que suba la curva. Si acaso, la aplana, y eso tampoco es gran cosa cuando estás descendiendo, aunque es verdad que puede salvarte el culo. Se debe, en este caso, a 'Superblood wolfmoon' o, sobre todo, 'Quick escape'.
BACKSPACER (2009)
Mola mucho que todos los discos de Pearl Jam empiecen ruidosos y furiosos, declarando intenciones. Nunca fallan en eso. Aquí es el giro hacia el lado folk acústico de 'Just breathe' el que nos reconcilia a todos después de cuatro buenos trallazos. Pero a partir de ahí, siendo notable y con buenos ramalazos, a día de hoy no soporta la tensión.
BINAURAL (2000)
La apertura con 'Breakerfall' lo tiene. Aún estaban ahí mismo los buenos tiempos, nos pitaban los oídos. Pero ya había pasado el rubicón el grupo de Eddie Vedder y compañía. Ya todo iba a ser comparar lo hecho. Ya eran dinosaurios, aún con la magnificencia de 'Nothing at it seems'.
RIOT ACT (2002)
Claro que hubo un gesto de rabia inesperado subiendo el nivel de nuevo con 'Riot act' gracias a la que seguramente sea su última gran canción con mayúsculas: 'Love boat captain'. Hacer folk de estadio tampoco es sencillo, eh, y eso es 'I am mine', y eso es la delicadeza inspirada de 'Thumbing my way'. Y encima tocaron los huevos a todos criticando a George W. Bush con 'Bus$leaguer': los rescoldos queman y antes de llover chispea.
NO CODE (1996)
Todo lo que hizo Pearl Jam en los noventa estuvo tocado por una barita claramente mágica. Todo lo que llegó después resultó demasiado lineal y anodino. No lo hubiera sido de no existir lo anterior, de la misma manera que no hablaríamos en 2020 de Pearl Jam sin todo aquello, de modo que no se trata en absoluto de renegar ni de meter el dedito en el ojo.
Esto es un juego, no más. Es disfrutar con las canciones. Y en 'No code' hay un porrón de buenas canciones y, además, bien diferentes. Un cuarto trabajo difícil después de tres obras maestras. Pero es que si tienes tres discos como, no sé, Nirvana, y todos son tan buenos, normal es que surja semejante mitomanía. Dicho lo cual, la vida es mucho más interesante y seguimos disfrutando de Pearl Jam hoy. Esa es la fortuna.
'No code' fue un cuarto extremadamente complicado, evidentemente. Y variopinto: 'Sometimes', 'Hail hail', 'Who you are', 'Smile', 'Off he goes' o toda la grandilocuencia de 'Present tense'. Con este disco el grunge quedó atrás, Pearl Jam se salvó de la muerte y empezó a ser la última gran banda del rock norteamericano.
YIELD (1998)
'No code' fue el rubicón en la trayectoria de Pearl Jam, que aún lo supo hacer aún mejor en 'Yield', pues ahí está la última gran canción de apertura de uno de sus discos: 'Brain of J'. 'Given to fly' fue un gran single para llegar al gran público, 'Wishlist' una bonita delicadeza, 'Do the evolution' un pelotazo comercial y 'Low light' un recogimiento al calorcito. 'In hiding' ponía aún más épica.
VS (1993)
De la misma manera que resulta complicado ordenar la irrelevancia, es difícil posicionarse ante la excelsitud. Pero diría que 'Vs' queda en la medalla de bronce, aún siendo un segundo disco que consiguió lo imposible: mirar cara a cara a uno de los mejores discos de debut de todos los tiempos.
Pero ahí seguía fresco el descaro, la furia, el inconformismo. Ahí están 'Go' y 'Animal' y ahí florece la faceta acústica de 'Daughter' y 'Elderly woman behind the counter in a small town'. 'Rearviewmirror' siempre será de las preferidas de los fans por su pundonor, igual que 'Indifference' por todo lo que mostraba por venir.
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VITALOGY (1994)
Se dice mucho en la mística del rock que el tercer disco te reconfirma o te manda al carrer. Pues bien, en 'Vitalogy' están 'Better man' y 'Corduroy', dos de los temas aún más coreados en los conciertos de Pearl Jam. También el hit grunge 'Spin the black circle', también la egregia 'Not for you' o la eclesiástica 'Tremor Christ'. Y como devotos de Neil Young, aportan 'Nothingman' para escapar de su propia etiqueta y reivindicar sin estridencias que querían ser una gran banda de largo recorrido.
TEN (1991)
Porque ocurre que 'Ten' fue un disco demasiado enclavado en su contexto. No parecía sencillo para un grupo escapar de un momento tan determinado en el espacio-tiempo. No lo consiguieron otros compañeros de generación, claro que no, pensemos en varios que llegan fácil a nuestra memoria. Vale, ya está.
Ya en 'Ten' se vislumbraba que Pearl Jam no iba a ser un grupo fagocitado por una moda comercial, pero eso hubo que confirmalo con el transcurso de los años. Entonces nadie lo sabía. Viviendo el presente sin pensar en el mañana, en 1991 el personal lo gozaba con 'Alive', 'Jeremy' o 'Even flow'.
Con semejantes himnos no parece necesario preocuparse en el mañana. No deja de resultar curioso como, tantos años después, cada vez que los tocan el público regresa exactamente a aquel momento en el que los escuchó por primera vez. Es imposible luchar contra ese poder atemporal y que bien vale toda una carrera discográfica ulterior con sus momentos mejores y menos mejores, nunca peores tampoco.
Y luego está 'Black', de la que no es necesario hablar. Y en la versión de lujo por fin metieron 'State of love and trust', una de esas canciones que los grupos se dejan por el camino cuando van tan insultantemente sobrados y que sigue siendo, treinta años después, de lo mejor que tienen. Porque 'Ten' nos lo vendieron como un disco de grunge, cuando en realidad era un disco de rock clásico destinado a enterrarnos a todos.