MADRID, 20 Nov. (CulturaOcio) -
Dune: La profecía, la serie ambientada 10.148 años antes del nacimiento de Paul Atreides, es decir, de los eventos narrados en las películas de Denis Villeneuve y la mítica obra principal de Frank Herbert, acaba de iniciar su andadura en Max. Y no son pocos los que se preguntar por qué los Harkonnen, principales rivales de la casa Atreides y grandes antagonistas de la saga creada por Herbert, no tienen en ella su característica tez pálida.
Los Harkonnen se caracterizaban en Dune Parte 1 y 2 por sus cabezas afeitadas y, sobre todo, por su escalofriante piel blanca. Pero este aspecto tan atemorizante es un rasgo que comparten todos los habitantes de su planeta natal, Giedi Prime.
Titulado La mano oculta, el 1x01 de Dune: La profecía ha presentado a sus dos protagonistas, Valya (Emily Watson) y Tula (Olivia Williams), dos hermanas Harkonnen. Pero su dermis no es tan blanquecina como la que tenían Vladimir (Stellan Skarsgard) ni Rabban (Dave Bautista) en los filmes de Villeneuve.
La explicación a esta cuestión la da el propio capítulo. En un momento dado, se revela que los Harkonnen aparecidos en la serie no proceden de Giedi Prime, sino de Lankiveil. Se trata de un planeta marítimo y gélido perteneciente al imperio Corrino que se convirtió en la sede menor de la Casa Rabban.
Lo cierto es que Giedi Prime no se convirtió en el mundo natal de los Harkonnen hasta después de la Yihad Butleriana, es decir, la batalla que la humanidad libró contra la inteligencia artificial: ordenadores, máquinas pensantes y robots conscientes. "Cuando la guerra acabó y la tecnología de las máquinas pensantes fue prohibida, la historia tachó a mi familia de cobarde y fuimos desterrados a un planeta inhóspito", relata Valya en el prólogo del primer capítulo de la serie.
Lo que relata el canon de los libros escritos por el hijo del autor de Dune, Brian Herbert, junto a Kevin J. Anderson -La hermandad de Dune (2011), Máquinas pensantes de Dune (2014) y Navegantes de Dune (2016)-, es que durante la batalla final contra Omnius, la IA que lideraba las máquinas, en Corrin los Harkonnen fueron cosiderados unos cobardes. Y es que, siempre según el relato oficial, aunque como dice la serie la historia no siempre es la verdad, en la contienda Abulurd Harkonnen huyó mientras que Demetrios Atreides fue uno de los héroes junto a Sheuset Ecevit, un conde de Salusa Secundus que sería finalmente nombrado primer emperador Padishah, Sheuset Corrino I.
EL SOL NEGRO
Esta guerra, y especialmente el capítulo de la batalla final en Corrin, fue origen de la rivalidad Atreides-Harkonnen que será uno de los grandes motores de la trama de Dune y dejó a los orgullosos Harkonnen repudiados por las Grandes Casas, resentidos y exiliados al planeta helado de Lankiveil. Durante siglos, ese planeta al se adaptaron y supieron sacar partido comercialmente, se convirtió en el feudo desde fueron acumulando poder, reconstruyendo su reputación y sus riquezas. De hecho, su influencia creció tanto que llegaron incluso a obtener la concesión más preciada, la explotación minera de Arrakis de donde estraer la especia.
Es de suponer que en algún momento entre los eventos de Dune Parte 1 y 2 y La profecía, los Harkonnen regresaron del exilio y establecieron Giedi Prime como su nuevo mundo principal... y fueron precisamente las especiales caracteríticas del tercer planeta en órbita a la estrella Ofiuco Blas las que les dotaron de ese aspecto tan singular.
Y es que el Sol de Giedi Prime es negro es el responsable de la absorción de los colores. Y es que, cuando esta estrella ilumina el planeta, todo pierde su color. Pero en los interiores o al anochecer, el blanco y negro se disipa y recobra la apariencia de un planeta normal, aunque no está de más recordar que Lankiveil sigue bajo el dominio de la Casa Harkonnen en los filmes de Villeneuve.
Además, el gran autor de la saga, Frank Herbert, creó esta peculiaridad en el mundo de los Harkonnen también para destacar en el plano físico, y a simple vista, lo mucho que se habían distanciado los miembros de esta Casa de la percepción humana de la belleza y la paz. También quiso simbolizar cómo los miembros de esta casa entienden la vida como sistemas binarios (blanco/negro, fuerte/débil, dominado/dominante).