MADRID, 1 Ago. (CulturaOcio) -
Tras el estreno de su séptimo episodio, la segunda temporada de La Casa del Dragón está a solo un capítulo de su desenlace. No obstante, esto no significa que esta octava entrega vaya a poner punto final a la guerra civil en el seno de la familia Targaryen y es de esperar que algunas tramas apenas iniciadas continúen en futuras tandas de episodios, entre ellas, una importante traición.
((ATENCIÓN: ESTA NOTICIA CONTIENE SPOILERS))
El séptimo episodio de la ficción, titulado La Cosecha Roja, ha mostrado cómo los Negros han sumado tres jinetes de dragón a sus filas: dos bastardos Targaryen y uno Velaryon. Hugh Martillo se ha vinculado con Vermithor, mientras que Ulf el Blanco lo ha hecho con Ala de Plata. Por su lado, Bruma había escogido anteriormente como jinete a Addam de la Quilla, por lo que ahora Rhaenyra cuenta con tres bestias activas más que antes, si bien montadas por plebeyos, una situación que desagrada a algunos.
A pesar de que la idea de buscar semillas de dragón, es decir, personas con ascendencia valyria que pudiesen reclamar una bestia alada, fue del príncipe Jacaerys, este se muestra en desacuerdo con su madre cuando amplía la búsqueda al pueblo llano. Y es que el joven expone que es más fiable la lealtad de las personas de alta cuna y que enseñar que cualquiera puede reclamar un dragón entraña grandes riesgos para el poder de los Targaryen.
Aunque Jace habla desde su posición de bastardo (hay que recordar que aunque Laenor era el esposo de su madre y su padre según la versión oficial, su pelo oscuro delata la verdad, es hijo de Ser Harwin Strong, el amante de su madre) temiendo que con este movimiento se le quite lo único que le validaba como heredero, es decir, el hecho de ser un jinete de dragón. Pero más allá de su interesado clasismo, es un bastardo que no quiere que otros bastardos se envalentonen, sus palabras tienen mucho de verdad. Y es que, si el poder de los Targaryen residía en los dragones, cualquiera que consiga montar una puede acabar disputándoselo.
El final del penúltimo episodio de la temporada ha mostrado cómo aparentemente cambiaba el signo de la guerra, ya que Aemond y Vhagar, la mejor baza de los Verdes, retrocedían ante las criaturas de Rocadragón. Y es que ni siquiera el dragón más descomunal de los Siete Reinos puede enfrentarse a hasta cinco fieras a la vez (seis contando con Caraxes, el dragón de Daemon) y salir victorioso.
Con todo, tan rápido como han cambiado las tornas a favor de Rhaenyra, todo se puede volver en su contra. Y es que ahora la reina depende de la lealtad de sus nuevos jinetes. Addam de la Quilla se postró ante la reina poco después de que Bruma acudiera a él, jurando fidelidad a su causa. En su caso, al ser hijo bastardo de Corlys Velaryon, el deseo de reconocimiento y de agradar a su padre y ascender en su propia casa juega un papel importante.
En Fuego y Sangre, la novela de George R.R. Martin en que está basada La Casa del Dragón, los Negros promueven la Cosecha de Semillas prometiendo títulos y tierras a aquellos que consigan vincularse con una bestia. Esta recompensa debería ser motivo suficiente para asegurar la lealtad de los nuevos jinetes, pero tal y como demuestra el libro, no lo es para Hugh y Ulf.
HUGH MARTILLO Y ULF EL BLANCO EN EL LIBRO
En el libro, tanto Hugh Martillo como Ulf el Blanco terminan por traicionar a Rhaenyra, uniéndose a los Verdes. No obstante, está por ver si la ficción se mantiene fiel a la versión original en este aspecto, ya que no lo ha hecho al reflejar la personalidad de ambos hombres.
Mientras que en la serie los dos semillas de dragón son personajes que tienen motivos para contar con cierta la simpatía del público, especialmente Hugh, quien no solo vela por su familia sino que además se gana el respeto de Vermithor por llamar su atención, arriesgando su propia vida para salvar a una desconocida, hay que subrayar que en el libro no es así.
En Fuego y Sangre, Hugh es descrito como un guerrero tosco con grandes ambiciones de poder mientras que Ulf, apodado el Piripi, era conocido por amor por la bebida y su personalidad descuidada. Así, en el libro no resulta sorprendente que estos dos personajes, con muchas más sombras que luces y con el egoísmo como única bandera, cambien de bando a la ligera.
En todo caso, como bien saben ya los millones de seguidores de Juego de Tronos, no sería la primera vez que las adaptaciones de George R.R. Martin se desvían en su salto a la pantalla del material original, cambiando notablemente las tramas de algunos personajes y ofreciendo así sorprendentes (y a veces desesperantes) giros para los lectores de los libros. Pero de seguir esta línea es más que probable que en la serie estas traiciones se gesten poco a poco, ahondando en las motivaciones de ambos perosnajes y resulte más impactante.