MADRID, 23 Jun. (CulturaOcio) -
La segunda temporada de La Casa del Dragón ya ha iniciado su andadura en Max. La trama de estos nuevos ocho episodios se adentrará de lleno en la Danza de Dragones, la tremenda guerra civil en el seno de la Casa Targaryen por el Trono de Hierro en la que, como su nombre indica, las formidables bestias de Poniente jugarán un papel decisivo.
Respecto a las fuerzas con las que cuentan los dos bandos, parece haber un empate entre los Negros, que tienen más dragones y los Verdes, cuyas bestias son, en general, más feroces. El paso lógico sería tratar de domesticar nuevos dragones, lo que sin duda inclinaría la balanza.
((ATENCIÓN: ESTA NOTICIA CONTIENE SPOILERS))
Si algo caracteriza a la Casa Targaryen es su relación con los dragones. Tradicionalmente, cuando nacía un Targaryen se le adjudicaba un huevo de dragón para que la bestia estuviese ligada a él. No obstante, a veces el huevo no llegaba a eclosionar, lo que queda reflejado en la primera temporada de La Casa del Dragón con el hijo de Alicent y Viserys I, Aemond y la hija de Lady Laena Velaryon y Daemon Targaryen, Rhaena.
Sin embargo, La Casa del Dragón también demostró que había otras formas de vincularse con un dragón y de hecho Aemond, siendo ya mayor, reclamó a Vhagar.
Se sabe de la existencia de al menos tres dragones “salvajes” que están en Poniente durante los eventos relatados en la época en la que transcurre la serie: Caníbal, Fantasma Gris y Robaovejas. De hecho, aunque todavía no hayan aparecido en la pantalla, Daemon los ha mencionado alguna vez. En el libro de George R.R. Martin, Jacaerys Targaryen instiga a sus partidarios a domesticar a estas bestias sin jinete para sumar fuerza a su ejército durante la guerra, aunque solo conseguiría sumar uno de ellos a su bando.
Caníbal, cuyo nombre se debe a que se alimentaba de los restos de sus congéneres e incluso de dragones más pequeños y huevos, es sin duda, uno de los dragones vivos más temibles. La indomable criatura de escamas negras y ojos verdes ya habitaba Rocadragón antes de la llegada de los Targaryen y según los libros, aunque sobrevivió a la guerra, nunca llegó a ser domesticado, por lo que no parece probable que ni los partidarios de Rhaenyra ni los de Aegon II vayan a poder contar con él.
Conocido como Fantasma Gris por su color pálido, este esquivo y tímido dragón procuraba evitar a los humanos y como Caníbal, ningún jinete llegó a montarlo, viviendo toda su vida como un dragón salvaje. Sería Fuegosol, la bestia de Aegon II, quien acabaría matándolo, según narra Martin.
Por último, Robaovejas, temido por los pastores dada su costumbre de devorar los rebaños, fue el único de los dragones salvajes que llegó a ser montado. En la novela, su jinete es una bastarda llamada Nettles. Este dragón, de color marrón, una vez se habituó a ser montado combatió en la Batalla de Gullet e incluso, en la lucha contra Aemond Targaryen, quien montaba a lomos de Vhaegar.
A pesar de que en anteriores entregas de la ficción ha habido intentos por evitar la guerra, a sabiendas de que un conflicto con dragones sería fatal para Poniente y sus habitantes, cubriendo los Siete Reinos con fuego y sangre, tras las muertes de Lucerys Velaryon en el último episodio de la primera temporada y la del pequeño Jaehaerys Targaryen en el primero de la segunda, esta parece inminente.
“Los sueños no nos han convertido en reyes, lo han hecho los dragones", señalaba el personaje de Matt Smith en la primera temporada de La Casa del Dragón. Y ya estén de acuerdo o no con esta afirmación, lo más seguro es que los combatientes de Poniente se aseguren de contar con el máximo número de bestias como garantía para lograr la victoria.