MADRID, 10 Nov. (CulturaOcio) -
Después de seis episodios, la segunda temporada de Loki ha llegado a su fin. El Dios del Engaño de Tom Hiddleston, uno de los personajes favoritos de los fans del Universo Cinematográfico Marvel, ha ofrecido un ambicioso desenlace a su serie. Con él se redefine por completo al personaje, pero también toda la franquicia.
((ATENCIÓN: ESTA NOTICIA CONTIENE SPOILERS))
En el episodio anterior, Loki lograba controlar el deslizamiento temporal y conseguía viajar al pasado en la AVT, justo antes de que el Telar Temporal explotara. En el sexto capítulo, su misión es la de conseguir arreglarlo. Para ello, viaja una y otra vez hacia atrás en el tiempo, evitando los errores para llevar a cabo el plan de la forma más perfecta y, sobre todo, más rápida posible.
Al final incluso decide pasar, literalmente, siglos aprendiendo sobre ciencia e ingeniería acumulando más conocimiento incluso que el propio Ouroboros. Pero, aunque consiguen ampliar el tamaño y capadidad del Telar, este vuelve a fallar.
Victor Timely subraya que es un "problema de escala". Las líneas temporales se ramifican de forma infinita... y no es posible ampliar al infinito por tanto el rendimiento del mecanismo nunca será suficiente. "El telar nunca podrá canalizar un universo que crece infinitamente. No se puede ampliar hasta el infinito. Es como intentar dividir por cero. No se puede hacer", explica el personaje de Majors.
EVITAR LA RAMIFICACIÓN TEMPORAL
Es entonces cuando Loki, en mitad de la desesperación, descubre que lo que tiene que evitar está aún más atrás en el tiempo: tiene que impedir que la ramificación comience. Así, viaja al final de la temporada 1, cuando Sylvie mató a El Que Permanece y se desencadenó el caos multiversal.
Este le explica que el Telar solo es un mecanismo de seguridad para mantener a salvo la Sagrada Línea Temporal, no el resto de ramificaciones, que son eliminadas. Además, también le desvela que ha sido él quien le ha allanado el terreno para llegar hasta ahí. Si Sylvie le mata, las ramificaciones aparecerán de manera infinita, el Telar fallará y el multiverso colapsará. Pero la única manera de evitarlo es matando a Sylvie.
"Cambiaré la ecuación. Romperé tu Telar", le dice Loki a El Que Permanece. "Pero el Telar impide una guerra brutal en la que nada sobrevive, Loki. Ni siquiera la Sagrada Línea Temporal", insiste el personaje de Jonathan Majors. Se refiere a la guerra multiversal contra el resto de variantes de Kang que, sin el control del Telar de la AVT, serían desatadas y acabarían enfrentándose en una terrible batalla que acaba dando como resultado la destrucción de todo el multiverso.
Pese a ello, Loki va a hablar con Mobius y con Sylvie y decide intentarlo, darle una oportunidad al mundo para librar esa batalla y sobrevivir. Y tras eso, regresa al momento en el que Victor Timely se dispone a intentar arreglar el Telar. Allí, Loki decide hacer algo que nunca, en ninguna de las miles de veces que ha vivido ese momento, había hecho antes: se adelanta y baja él en lugar de Timely por las escaleras. "Sé lo que quiero. Sé qué clase de Dios debo ser para vosotros", proclama, despidiéndose de sus amigos. A continuación sale al pasillo, exponiéndose a la radiación temporal.
Poco a poco su ropa se va desintegrando, pero de él surge un nuevo traje similar al de los cómics y más parecido al que ya lució en la primera película de Los Vengadores... con cuernos incluidos. Con esta nueva forma divina, Loki usa sus poderes para destruir el Telar, haciendo que las ramas se desaten y empiecen a morir. Pero, al tocarlas con sus manos, las revive tomando todo el entramado temporal el color verdoso propio de la magia del personaje de Hiddleston.
LOKI: YGGDRASILL y DIOS DE LAS HISTORIAS
Por ello, comienza a caminar hacia el horizonte, donde se abre una brecha al final del tiempo. Mientras lo hace, una a una, va agarrando todas las ramificaciones, insuflándoles vida, hasta llegar al trono en el que se sienta. Allí, une todas las líneas temporales para permitir que se expandan. Loki ha descubierto, al fin, su glorioso propósito: ser el Dios de las Historias, el Dios del Tiempo, el que mantiene el multiverso a salvo. Ese es, precisamente, el título que recibe en los cómics, aunque su rol no es el mismo que en el UCM.
Su papel en la franquicia no pasa por controlar el tiempo o la realidad, como parecía intuirse al final del episodio anterior. Por el contrario, consiste en mantenerlo todo unido, en funcionamiento canalizando todas las realidades para que no colapsen.
Para conseguirlo, aunque lo que siempre ha ansiado era no estar solo, finalmente debe sacrificarse para que el resto tengan la oportunidad de vivir, quedando aislado para la eternidad en su trono en el centro del tiempo que se convierte en el corazón de un entramado con forma de árbol en el que guarda las infinitas realidades. Una clara y muy bella referencia a la mitología nórdica y la figura del Yggdrasill, el árbol de la vida o fresno del universo que mantiene unidos a los Nueve Mundos y del que Thor (Chris Hemstowth) ya le habló a Jane Foster (Natalie Portman) en la primera película del Dios del Truenos.
El sacrificio funciona, y posteriormente se ve cómo la AVT ha sobrevivido. También las ramificaciones temporales que se entretejen ahora en forma de árbol, pues Mobius decide abandonar su puesto y marcharse en busca de una vida. Sylvie hace lo mismo, aunque presumiblemente volverán a encontrarse en algún momento en la inminente guerra multiversal. Un evento que se desarrollará en Avengers: The Kang Dynasty y Avengers: Secret Wars. Sus estrenos en cines están previstos para el 1 de mayo de 2026 y el 7 de mayo de 2027.