MADRID, 1 Dic. (CulturaOcio) -
The Walking Dead es una serie con distintas tonalidades de gris. El pesimismo siempre como denominador común, pero con matices. Y la llegada de Negan, el carismático antihéroe interpretado por Jeffrey Dean Morgan, oscureció todavía más el drama post-apocalíptico de la cadena AMC.
Con el rodaje de la séptima temporada que se emite actualmente en televisión finalizado la pasada semana, Morgan se pasó por el programa de Howard Stern para hablar sobre su personaje y el devenir de la serie basada en las viñetas de la novela gráfica de Robert Kirkman. Y lo dejó bien claro: "En los dos próximos episodios tengo un gran protagonismo. Lo voy a reventar en esos capítulos".
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Unas contundentes declaraciones que acompañan su anuncio de que estará presente en la octava temporada de la ficción zombie. Un hecho que muy a su pesar, los fans deberían aplaudir, porque la llegada de Negan es lo mejor que le podía pasar narrativamente a The Walking Dead, una producción que día tras día debe combatir el estancamiento si quiere seguir viendo el sol ponerse en la parrilla televisiva.
UNA TEMPORADA APASIONANTE
Cada fin de semana se podrá seguir la séptima temporada, que está sorprendiendo a todos. La encrucijada en la que se encuentra Daryl, recluido con Los Salvadores, y Rick, obligado a servirles, son parte del giro que ha tomado The Walking Dead en su séptima temporada, que albergará rivalidades, muertes y luchas de poder.
No sólo la aparición de Negan y su grupo supone un cambio de rumbo para Rick y los suyos. En el segundo capítulo ya aparecieron El Reino, con el Rey Ezekiel y su terrible tigresa Shiva, que todavía no se sabe el papel que jugarán. A ellos sólo les conocen Morgan y Carol, y de momento parece un lugar bondadoso que también ha sido sometido por Los Salvadores, a los que rinden tributo alimenticio.