MADRID, 17 Dic. (CulturaOcio) -
Jeffrey Wright habla tranquilo, pausado. Su voz es tan reconocible en los pasillos de HBO (en Angels in America o Boardwalk Empire, por ejemplo) que en la puesta de largo del canal en España han recurrido a él para que hable de Westworld en el encuentro con la prensa. Y no ha defraudado. "Westworld es una metáfora sobre el auto-descubrimiento y la auto-exploración", comenta del llamado a ser nuevo buque insignia de la compañía.
Todo, claro, cuando acabe Juego de Tronos, su 'competidora' por, valga la redundancia, el trono. "Cuando no estoy trabajando en HBO, mantengo el contacto con ellos", dice, sabiendo que esta pregunta llegaría. "Lo cierto es que queremos ser algo nuevo, no una réplica de Juego de Tronos, porque cuesta seguir sus pasos", aclara. Pero son la primera temporada más vista en la historia de la cadena. "Es mejor ser los más vistos que lo contrario, por supuesto", bromea.
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Se desmarca de la ficción de Benioff y Weiss y aboga por hacer su propio camino, esa es la consigna. "Sabíamos que estábamos trabajando en algo especial. Confío en los guionistas y showrunners (Lisa Joy y Jonathan Nolan) porque buscan el equilibrio y la organización. Cuando leí el primer episodio, toda aquella poesía y complejidad...", analiza justo antes de comenzar a divisar la línea de no destripar la serie, "... no sabía los secretos que guardaba Bernard, no conocía todo el arco de mi personaje".
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"En el rodaje del episodio piloto no sabía nada, pero cuando dieron luz verde y nos reunimos para rodar la temporada, Lisa [Joy] vino a mí y normalmente va al grano, pero aquella vez titubeaba y fue cuando me dijo que Bernard era un anfitrión. Me quedé en shock, pero era necesario para mi interpretación: no todo el mundo tiene que saber que hay varias líneas temporales, pero sin esa información yo no hubiera podido entender a mi personaje", revela Wright, que añade que algo de eso esperaba. Inlcuso llegó a pensar "que Ford [Anthony Hopkins] era una creación de Bernard".
¿SORPRESAS ASIÁTICAS?
Sea como fuere, él insta a "dejar que las sorpresas lleguen". "La premisa nos permite ir donde queramos, el límite es la imaginación de Jonathan y Lisa y, ¿quién sabe? La temporada que viene podemos acabar en Madridworld", bromea sobre las infinitas posibilidades que se abrieron tras el final de violencia y caos con el que terminó la temporada.
Le preguntamos, incidiendo, en el mundo de los samuráis, en si también es obra de Ford y Arnold y si también en esos mundos continuará su sacrificio. Y reconoce difícil la respuesta, pero adelanta que "todo es posible en Westworld. El mundo samurái puede ser quizá un indicio de a dónde nos dirigimos o puede que sea un red 'herring' [expresión inglesa para referirse a elementos de la trama que sirven para distraer la atención]. Aunque si se miran mejor el cuarto o quinto episodio, no lo recuerdo bien, Theresa (Sidse Babett Knudsen) mantiene una conversación con alguien de la corporación... y no están hablando en inglés, Así que, bueno, por ahí pueden ir los tiros", lanza como guiño.
Jeffrey se muestra interesado en la interpretación filosófica de Westworld. Para él, Ford, a quien define como "un personaje sincero, con cierta ambigüedad, solitario, misántropo, con cierta frialdad hacia los anfitriones", en realidad se siente más cercano a ellos. Por eso se nos presenta al personaje charlando con un 'host' de primera generación, incidiendo quizá en que su plan siempre estuvo ahí o, quizá, si está opuesto solamente a la idea de la humanidad. O ambas.
Porque él ha interpretado a ambos, humano (Arnold) y robot (Bernard) y, si le preguntan de qué otro personaje le hubiera gustado estar en su piel, no se separa de sus creaciones. "Me sorprendió Armistice (Ingrid Bols* Berdal), una fuerza de la naturaleza en cada gesto, una 'badass' (cabrona)".
LA CIENCIA FICCIÓN TRAS PERDIDOS
Jeffrey Wright reconoce como reto, como el más difícil de su paso por Westworld, "la escena que rodamos en la que Ford tortura a Bernard con recuerdos". "Pero a su vez fue una tremenda experiencia. Es una riqueza para un actor, y, como espectador, creo que todo el mundo puede aprender del arco narrativo de los anfitriones, la evolución de su consciencia: es una metáfora de obre el auto-descubrimiento y la auto-exploración", asegura el intérprete de 51 años.
"Me encanta la ciencia-ficción, creo que te otorga una plataforma para construir otras conversaciones, más libertad", va terminando antes de lanzarse a hablar de tecnología, de cómo ha cambiado nuestro mundo, de Elon Musk (gran amigo de Jonathan Nolan) y de la comparación con Perdidos: "Lisa Joy y Jonathan son muy respetuosos con la audiencia... Las preguntas que tenían que responderse en la primera temporada fueron respondidas".