A propósito del 60º aniversario del primer discurso navideño de la Reina Isabel II recogido en The Crown, el creador de la serie Peter Morgan repasa las claves de la segunda temporada de la serie, ya disponible en Netflix. Una nueva tanda de episodios mucho más "oscuros" en planteamiento y pasionales en ejecución, según describe el propio Morgan.
El gran descubrimiento de Felipe (Matt Smith), que pasa de ser el eterno marido en la sombra a uno de los personajes "con más carácter" de la Casa Real, la irrupción de Carlos en el plano, la evolución de Margarita (Vanessa Kirby) o la transformación de Isabel (Claire Foy) en toda una figura de poder, a merced de los vaivenes de la política... Estas son algunas de las siete claves que dan forma a la nueva tanda de episodios de la serie de Netflix.
INFIDELIDAD A LA ORDEN DEL DÍA
Morgan ha caminado sobre el filo de una afilada navaja en esta segunda temporada. Especialmente al insinuar las infidelidades del duque de Edimburgo, cuestión obligada en el encuentro que precedió a la premiere de la serie en Londres al que acudió CulturaOcio.
"Todos hemos oído alguna vez rumores de que el príncipe Felipe era infiel. Ninguno de ellos nunca fue probado", explica Morgan, que prefiere dejar las conclusiones en manos de los seguidores de la serie. Y aunque la misteriosa bailarina de The Crown pase de puntillas, será mucho el ruido que genere a su alrededor.
LA COMPLEJIDAD DEL AMOR
Entre insinuaciones y verdades, lo que deja claro la segunda tanda de episodios es que el matrimonio real no se encontraba en su mejor momento en los años 60. Morgan lo confirma: "Cualquier matrimonio (yo he estado casado), se vuelve más complejo al cabo de 10 años. Es muy inusual que se vuelvan más simples".
El propio Morgan reconoce que escribir la segunda temporada fue "como si estuviéramos haciendo un retrato muy complejo del matrimonio teniendo el punto de vista de varias parejas, incluyendo a Alina y Mike". Una pareja que dará mucho de sí, reflejando a su vez "los problemas que tenían Felipe e Isabel".
Y si el amor es complejo en pareja, no podía ser menos en las relaciones familiares. Así, el propio creador de la ficción admite que "entre hermanas, como en un matrimonio, puedes amar y odiar a la vez con fuerza", justo lo que ocurre entre Isabel y Margarita, que sufrió la corrección de la Corona en sus carnes, mientras se mantenía "totalmente leal a su hermana". Eso sí, más tarde se rebelaría a su manera, eligiendo como marido al políticamente incorrecto Antony Armstrong-Jones.
SER Y SENTIRSE REINA
Los años y la corona pesan sobre Isabel II. "Ella se ha acomodado en su rol, pero quizás esté un poco menos cómoda en su matrimonio", comenta el creador de la serie. Mientras, la persona bajo el cargo comienza a desvelarse más humana, a sentirse mayor e incluso celosa -de la mismísima Jackie Kennedy-.
Esta es otra de las grandes sorpresas de la segunda temporada, que alcanza su clímax cuando la mismísima Isabel se lanza a bailar con un presidente africano en un alarde de atrevimiento, valentía y -por qué no decirlo- sensualidad.
Unos nuevos atributos que muchos desconocían y que hacen que hasta el propio Morgan se replantee su posición frente a la Corona. Acusado de ser "antimonárquico", ahora se define como "isabelista", un fan más de Isabel II.
SÍ HAY ROMANTICISMO
A pesar de la espiral de desconfianza, frustraciones y tensión que sacude Buckingham, el amor también tiene cabida en los nuevos capítulos, como los espectadores pueden comprobar con ese mensaje navideño de Felipe en la distancia, casi desesperado por conseguir comunicarse con su esposa. Durante unos instantes, la audiencia creerá que realmente había amor.
Y entre idas y venidas como esta, el propio Morgan encuentra un final de temporada "muy, muy romántico", que ha traspasado fronteras y años hasta llegar al recién cumplido 70 aniversario de la pareja.
LA POLÍTICA TAMBIÉN SE LUCE
"Estudiando todos los Primeros Ministros de la primera mitad del siglo XX ves las mismas cosas repitiéndose una y otra vez", explica Morgan, que ve "mucho parecido con lo que está pasando ahora en Gran Bretaña".
Y es que, aunque las pasiones dirigen la nueva temporada, sin la trama del Canal de Suez, los presidentes de la era post Churchill, el escándalo Profumo y los entresijos de la política, la serie tendría un aire de novela rosa carente de emoción.
FELIPE, EL GRAN DESCUBRIMIENTO
Los espectadores, además de romance, habrán apreciado que la figura de Felipe se desmarca del resto en los nuevos episodios. El creador de la serie reconoce que la casa Mountbatten ofrece más datos a la audiencia sobre su pasado -y sus traumas-.
Conocedor de que con esto puede dar la impresión de que el duque de Edimburgo supera incluso a Isabel II en la trama, Morgan explica que "parece que es su temporada. Pero si cuentas las líneas que tiene, en realidad no tiene más que en la primera".
Lo cierto es que el personaje de Matt Smith rompe en la segunda temporada, mientras se muestra enfadado con el mundo, frustrado o incluso "atravesando la crisis de los 40", como afirma el creador de la ficción. Un empoderamiento que hará de él "el miembro más poderoso de la familia real de puertas para dentro, mientras la Reina está dando la cara", según el punto de vista de Morgan.
EL TRAUMA DE CARLOS
Y en este punto es necesario sacar a relucir la figura de Carlos, otro personaje que también opta a brillar con más fuerza en futuras entregas.
El primogénito de la reina Isabel II no es santo de devoción de su padre, que "hubiera estado más contento si la princesa Ana hubiera sido la heredera", explica Morgan. El creador defiende que no existe animadversión hacia el primogénito, sino una afinidad más potente con su hija Ana: "Hay una simpatía natural, están cortados por el mismo patrón".
¿Llegará el momento de Carlos en The Crown? Hasta ahora, Morgan adelanta que ha escrito la tercera temporada al competo -que ya cuenta con Olivia Colman como única actriz confirmada- y trazos de la cuarta... Pero en ningún caso Carlos se ha cruzado -aún- en el camino de Diana de Gales, la mujer que supuso un antes y un después en la realeza británica, sin duda modernizada, que los espectadores conocen ahora.