MADRID, 31 Ago. (CulturaOcio) -
El Señor de los Anillos: Los Anillos de Poder ya ha estrenado los tres primeros episodios de su segunda temporada en Amazon Prime Video. Un atracón inicial que terminaba con un impactante final que hacía honor al nombre del tercer capítulo, titulado precisamente 'El águila y el cetro'.
((ATENCIÓN: ESTA NOTICIA CONTIENE SPOILERS))
El final de la primera temporada dejaba claro que Númenor, el espléndido y grandioso reino insular de los hombres, no pasaba por el mejor de sus momentos. Así, la regente Míriel (Cynthia Addai-Robinson), que había partido a la guerra en ayuda de Galadriel, regresa a su hogar ciega y encontrando que su anciano padre ha fallecido.
En teoría Míriel, que había estado gobernando durante la convalecencia de Palantir en su nombre, es la legítima heredera al trono y por tanto debe ser coronada. No obstante, la opinión pública no está precisamente a su favor, ya que su decisión de ayudar a la elfa no fue bien recibida por muchos. Además, tras quedar ciega en la batalla, su posición está aún más debilitada. De hecho, una mujer abofetea a la reina regente, culpándola de la muerte de su hijo en la Tierra Media.
Por otro lado, ya la anterior entrega de la serie dejaba ver que sin duda existe quien puede disputarle el trono a Míriel. Así, en este capítulo las maquinaciones de Pharazon (Trystan Gravcelle) comienzan a ser más evidentes y es que no teme reunirse en una taberna con aquellos que lo apoyan y que sostienen abiertamente que la reina regente no está capacitada ya para gobernar y que Pharazon es mejor candidato.
Entre los conspiradores se halla Eärien (Ema Horvath), hija de Elendil. La chica no solo culpa a la monarca de la presunta muerte de su hermano, Isildur, sino que además conoce un secreto que sabe que podría cambiarlo todo. Así, justo cuando Míriel va a ser coronada, Eärien muestra al pueblo de Númenor la bola de cristal palantir, objeto que consultó la reina regente antes de decidir partir en ayuda de Galadriel.
"Por culpa de esto nuestros familiares murieron en la Tierra Media, esta gema élfica es vuestra reina", proclama la hija de Elendil, que descubrió la esfera mágica cuando cuidaba del rey moribundo. Míriel, ante la provocación de Pharazon, quien clama astutamente que ningún monarca de Númenor confiaría en un artilugio élfico, acepta que la palantir es suya y que además, todos ellos la necesitan. Ante esto, los ya de por sí agitados ánimos de los asistentes a la coronación se enardecen aún más, provocándose una revuelta.
En medio del caos, no obstante, un águila gigante aparece. "Es poco habitual que un águila asista a una coronación, si apareciera una en la tuya, se interpretaría como un buen auspicio", le había dicho Pharazon a Míriel al principio del episodio, cuando esta recordaba una criatura de esas en la coronación de su padre. Curiosamente, cuando el magnífico animal aparece, es Pharazon quien se acerca al mismo y, arengados por los consipiradores afines a él, la multitud lo interpreta como un signo de que es él quien debe ocupar el trono.
LAS ÁGUILAS EN LA TIERRA MEDIA
Independientemente de que el pueblo de Númenor haya interpretado correctamente o no la aparición del águila, lo cierto es que su intervención sin duda es una circunstancia a tener en cuenta. En la mitología de Tolkien, las colosales águilas son criaturas nobles, emisarias de los Valar, los seres espirituales creados por Ilúvatar, el Dios único de la Tierra Media.
De hecho, las águilas están relacionadas con Manwë, el líder de los Valar cuyo dominio son los cielos y su aparición se interpreta como una señal de aprobación del mismísimo Manwë. Así, cuando estas criaturas aparecen lo hacen para ayudar, como ocurría en la trilogía del Anillo, siendo las que se llevan a Frodo y Sam del Monte del Destino una vez han destruido el anillo.
Tanto si es para hacer entender a los ciudadanos qué monarca es mejor para Númenor como si el motivo de su presencia es otro, lo más probable es que la intención del águila sea ayudar a los humanos. Y es que, aunque pocos lo sepan (entre ellos, Eärien, a quien se lo comunicó el fallecido rey Palantir y la reina regente Míriel), el orgulloso reino de los humanos está condenado.
De hecho, como bien sabrán los conocedores de la obra de Tolkien, en los libros se constata que las aguilas volaron desde el oeste para advertir a Númenor de su destrucción inminente. Así que, todo indica que con o sin Pharazon en el trono, la caída de la ciudad es inevitable.