MADRID, 31 Oct. (CulturaOcio) -
El castigo por un pecado, debe ser igual al pecado cometido. Esa es la teoría de Contrapasso, el concepto introducido por Dante Aligheri en su obra Inferno y que Westworld recoge sutilmente en el 1x05 para justificar que los invitados deberían recibir un castigo proporcional al sufrimiento que inflingen en los robóticos anfitriones.
Esa es la realidad de Pariah, que Logan y William aprenden de forma violenta y abrupta: el reflejo del samaritano se anula y los anfitriones sí pueden hacer daño a los invitados por primera vez en la sangrienta historia del parque. La invulnerabilidad de los actos y sus consecuencias, desaparece.
Este capítulo también sirvió para responder a la duda existencial sobre el aparente libre albedrío de El Hombre de Negro (Ed Harris): su vínculo con Ford y Arnold, sumado a su presencia mayoritaria en el accionariado del parque recreativo. Un lugar de ocio que está arruinado económicamente, como se demuestra en la nueva y decadente realidad de Pariah.
Un nuevo mundo al que Dolores, el personaje interpretado por Evan Rachel Wood, responde adaptándose a la situación demostrando la parábola en el crecimiento de su personaje. Resta por ver el alcance de su libre albedrío y el de la voluntad de su creador en todo este temeroso comportamiento. Todo ello, enmarcado en una realidad ambigua muy disfrutable por el espectador que la serie ha convertido en una de sus grandes virtudes.
SANGRE, SUDOR Y LÁGRIMAS EN HBO
La serie Westworld se encuentra actualmente en plena emisión de su primera temporada, tras un sangriento debut que levantó la polémica y reabrió el debate en EEUU sobre los contenidos explícitos emitidos en televisión. No obstante, está aquí para quedarse y explorar mundos diferentes.
Los espectadores querrán ver hasta donde son capaces sus creadores, Jonathan Nolan y Lisa Joy, de llevar esta intrincada adaptación del filme homónimo estrenado en 1973 bajo el título Almas de Metal.
